Buceando en la intimidad de un ser

Ella está sola. Cuerpo menudo cargado de una potencia increíble. Se acerca, se presenta y nos agradece por haber respondido a su convocatoria. Nos estaba esperando para hablar, para desnudarnos su alma y su historia en un relato que por momentos se dispersa ante los hechos caprichosos de una vida tan simple y a la vez tan intensa. Su frescura y su dulzura al narrar nos envuelve mágicamente en su decir, y nos hace cómplices de sus alegrías, de sus tristezas, de sus nostalgias… Su apariencia -que en un principio parece frágil- nos revela un ser cargado de fuerza y vitalidad, de convicciones, de ideales, de certezas y también de inseguridades. A través de ella nos enteramos que es la menor de 14 hermanos, que su hermano preferido ya no está, al igual que su madre; que su infancia transcurrió en el seno de una familia tradicional y acomodada, donde las apariencias y el “deber ser” marcaban el rumbo de sus destinos. Nos enteramos de recuerdos familiares, de secretos heredados, de amores olvidados, de festejos celebrados y de silencios callados dentro de ese círculo parental donde el código se respeta y se sostiene.  Ella está ahí sola, y nos busca como aliados en este viaje introspectivo para deshilvanar un sinfín de sucesos pasados de distintos matices, que la trajeron a este presente único, armónico, cálido y vivaz. Quizás estuvo mucho tiempo callada, y su verborragia hoy desborda satisfecha ante la atención cómplice de la audiencia. Ella está sola, aquí y ahora, para contarnos algo –no todo-, y ese algo quizás nos deje con ganas de saber mucho más.

“La enamorada” es una interesante propuesta teatral, escrita por Santiago Loza, dirigida por Guillermo Cacace y protagonizada por la exquisita Julieta Venegas. Imposible imaginarse esta obra sin esta talentosa tríada artística detrás, donde cada cual desde su rol aporta la magia, creatividad y belleza necesarias para tal proyecto. Es su debut actoral, Venegas se presenta con toda su sensibilidad, su calidez y su frescura, tanta que emociona, conmueve y franquea nuestra propia sensibilidad. Parece mentira que este sea su primer paso como actriz, y seguramente no será el último. Es genuina en su decir y su sentir, tiene una fuerte presencia en escena y posee el don de empatizar rápidamente con los espectadores. Esto sin mencionar el hechizo de su dulce voz, que nos envuelve y nos transporta en un viaje a través del reino de los sentidos. Las canciones –compuestas por la propia Venegas y el propio Loza- también cuentan la historia. Envuelta en un vestido sencillo, candoroso, de tonos sutiles –diseñado por Betiana Temkin-, no necesita nada más que eso para mostrarnos su esencia simple. Es que el encanto hipnótico de “La enamorada” radica en la perfecta combinación de varios lenguajes: el teatral, el musical y también el visual. Venegas nos ilumnina con su decir, con su música, con la plasticidad de su cuerpo –que está al servicio del relato-; relato que a su vez dialoga con el interesantísimo juego de retroproyecciones a cargo de Johanna Wilhelm y Gisela Culier, que le otorgan notable belleza poética, generando un universo lúdico y onírico que nos atrapa.

“La enamorada” es más que una obra de teatro. Es una propuesta artística donde se conjugan distintas narrativas poéticas, y donde la simpleza del relato y de su protagonista, nos introducen en un mundo de una increíble sensibilidad y belleza. Quizás no importa tanto lo que se cuenta, si no cómo lo cuenta. Quizás nos quedemos con ganas de saber más, quizás nos quedemos con algo inconcluso con final abierto… Probablemente sea esa la intención; es difícil no dejar afuera algo cuando se habla de la propia vida, de la propia existencia. Como a la protagonista, es difícil no perderse en el entramado de historias que nos constituyen, y a veces cuesta hilarlas sin irnos por las ramas, ramas que nos envuelven y nos enmarcan, como las de la enamorada del muro. Para ver, escuchar y sentir.

Ficha

Dirección: Guillermo Cacace

Actúa: Julieta Venegas