Una noche cualquiera no es una noche más

Una obra sutil, delicada, que narra simplemente el encuentro casual entre dos personas y cómo, hasta un pequeño movimiento, puede generar un gran cambio.

Federico hace un descanso en su cotidiana caminata nocturna por las exactas mismas cuadras cada noche sentado en una parada de colectivo del barrio de Boedo en la que hoy, por casualidad, Marcia, que sale de su trabajo de camarera, espera el colectivo. Es noche avanzada. La soledad del entorno puede percibirse en el silencio y la oscuridad que rodea al espacio de vereda y parada de colectivo diseñados por Jorge López, mezclando realismo con algo de cuento. Es el verano de 1992. El año no es verdaderamente crucial en lo que sucede, pero ubicarlos antes de la era de la extrema tecnología y la hiperconectividad de los celulares hace que la soledad sea más sola y el encuentro entre dos desconocidos sea más despojado.

Marcia es una mujer de mediana edad que está atravesando el duelo de una reciente separación. Cecile Caillón encarna a esta mujer de barrio algo quebrada pero encantadora, que no pierde su espontaneidad, su toque de desfachatez y necesidad tremenda de comunicarse. Federico es un adulto joven con Asperger, cuya madre falleció de cáncer hace unos años. Nicolás Asprella es quien contruye a este muchacho algo aniñado, tierno, vulnerable y con la característica dificultad para tratar con desconocidos.   Parecieran no tener nada en común, excepto ese lugar y ese momento, pero de a poco sale a la luz eso otro que comparten: ninguno de ellos está siendo esperado por alguien más. Esa soledad cruel tiene una contracara muy dulce: la libertad. Marcia viaja en colectivo por las noches, conoce otros barrios, mira otras casas, mientras fuma y llora sin reclamos de ausencias, para bien y para mal. Federico necesita para estar tranquilo estructuras claras: contar los pasos, numerar los pisos, saber por dónde y a qué hora. Las rutinas le brindan seguridad y las metáforas e improvisaciones lo incomodan. Aceptar la catarsis de Marcia y su relajada cercanía será su hazaña.

Con dirección de Marcelo Moncarz, ambos actores habitan sus personajes con total fluidez dando gran credibilidad a la relación entre ellos. La obra sucede en un único espacio que se va transformando en distintos barrios gracias a las luces de Daniela García Dorato, junto al ambiente sonoro creado por Diego Sánchez y Jorge Gentile.  Hay un recorrido circular del espacio que provoca una sensación de un tiempo eterno y algo mágico.

Una comedia que toca más la fibra de la ternura que de la carcajada y que invita a la reflexión.

Ficha

Actores: Cecile Caillón, Nicolás Asprella.

Dirección: Marcelo Moncarz.

Género: Comedia.