Los bastiones del dolor.

El mal de la piedra cuenta la historia de Miranda (Romina Pinto) una restauradora que trabaja para diagnosticar el amenazador desmoronamiento del monumento que Franco ordenó construir terminada la guerra civil española con el propósito proclamado de rendir honor y sepultar a aquellos que cayeron luchando en su «gloriosa cruzada». Encerrada en la basílica ubicada en dicho complejo, debido a un enfrentamiento entre neonazis y un grupo de memoria histórica, la protagonista se verá obligada a convivir con un guardia de seguridad (Iván Steinhardt) cuya postura neutral le obligará a plantearse toda clase de contradicciones políticas y morales en su propia persona.

La acción central se desarrolla en la actualidad en El Valle de los Caídos, España cuando la protagonista, especialista es restauración, estudia por qué el lugar se está derrumbando. La escenografía realista al igual que el vestuario, seleccionadas en la gama de las tonalidades grises, funcionan como elemento espacio temporal que trasporta a los espectadores al interior de dicho monumento. Donde el interesante juego de luces y sombras que acompaña la trama (que varía desde la penumbra a la total oscuridad) es fundamental para construir la escena subterránea, lo mismo que el sonido constante del goteo del agua que incesantemente fisura la piedra.

Por su parte, la música incidental es sombría y se encuentra en función de generar un ambiente tenso y siniestro. Del mismo modo, los sonidos provenientes del exterior, los concernientes a los disturbios. En relación a esto, se destaca el uso del fuera de escena, es decir, los hechos que ocurren en las afueras de la basílica mientras los personajes se refugian en la garita de seguridad. Por lo que vale insistir sobre toda la ambientación oscura y el clima de suspenso generado a lo largo de la obra y que va incrementándose hasta el desenlace final.

Si bien el conflicto surge con las revueltas en contra y a favor de la reparación del monumento, la trama se centra en el encuentro entre Miranda y el guardia. Relación que, como una suerte de reflejo de lo que sucede en las inmediaciones del complejo, expondrá el dilema moral de dos posturas que parecieran ser incompatibles: por un lado, recordar el pasado para la reconciliación democrática de la memoria y por otro, la necesidad de seguir adelante, mirar hacia el futuro dejando atrás todo lo ocurrido y focalizarse en las problemáticas actuales. Subrayándose aquí la labor de ambos actores se lucen cada uno en su rol llevando adelante un texto político intensamente crítico.

Finalmente, El mal de la piedra es una obra dramática con una estética cuidada y un planteamiento profundo sobre los fundamentos de la democracia y la importancia de la memoria, que invita al espectador tanto a conocer un hecho histórico como a reflexionar sobre nuestro pasado hoy.

Ficha:

Dramaturgia: Blanca Doménech
Dirección y puesta en escena: Tony Lestingi
Elenco: Romina Pinto e Iván Steinhardt
Asistencia de dirección: Emilio Zinerón