Una distopía cercana

En un futuro no muy lejano una mujer monta en la cocina de su casa un laboratorio clandestino. Su asistente la ayuda a cumplir con el trabajo: debe elegir entre todas las muestras de semen la que tenga mayor probabilidad de fertilidad. El mundo ha cambiado. Las mujeres ocupan un lugar dominante en la sociedad, los hombres son acosados, perseguidos y maltratados; la reproducción de la raza humana se ve amenazada por una plaga que esteriliza a los varones. Solo algunos, llamados machos alfa, son portadores del bien preciado. Su semen alcanza casi el cien porciento de probabilidades de fecundación. Un día, el padre de la mujer, un genetista exitoso, vuelve después de pasar un tiempo en la cárcel, por unos fraudulentos negocios que comprometieron la estabilidad de la familia, ganándose el odio de su esposa y el distanciamiento de su hija, para que le den una oportunidad, sin saber que se encontraría entre las muestras el esperma de un macho alfa. La posibilidad de darle un vuelco a su vida y reivindicarse ante su familia, comercializando esas muestras, le abre nuevamente las puertas de la casa, recuperando el lugar que había perdido. Sin embargo, las cosas no salen como esperaba. Algo escapa al cálculo, al rigor científico y a la practicidad de un buen negocio.

La dirección y la dramaturgia de Felicitas Kamien nos traslada a ese mundo distópico, con un gran sentido de lo estético y de lo dramático, poniendo al servicio de la escena no solo el talento de los intérpretes, sino también una impecable puesta. La escenografía ambienta y replica al detalle el espacio en cual transcurre la acción. El trabajo en el diseño de luces, sonido y vestuario no tiene fisuras. Sin dudas, la obra captura la atención del espectador de principio a fin, con un excelente manejo del ritmo y de los climas, generados por destacadas actuaciones, logrando llevarnos, a través de la parodia, de la risa a la emoción. “Alfa” es una obra qué nos permite reflexionar abriéndo temas que no escapan a nuestra actualidad.