Poemario

Hay espectáculos que se sueñan, se piensan y se elaboran a lo largo del tiempo, pero también hay otros que surgen de pronto y ¿por qué no? por un pedido. Hace tiempo Marisa Busker, al final de una función, recibió a una espectadora María Inés Grimoldi, una poeta que le regaló su libro “Cuerpos sutiles”, pero junto al obsequio llegó un pedido, le dijo que quería que vuelva sus palabras una ópera experimental, de esa manera aquel encuentro se transformó en el germen de este espectáculo.

La intérprete tomó los primeros cinco poemas del libro, los intervino musicalmente, sumó algunos textos propios y creó un trabajo que más que una ópera podría decirse que es un trabajo performático. Marisa hace todo en escena, desde la interpretación, hasta la música, pasando incluso por el manejo la máquina de humo.

Una pantalla gigante atrás, dónde se van proyectando imágenes, algunas abstractas, otras más concretas, incluso se puede ver a la artista en diferentes momentos, a modo de refuerzo o apoyo al texto que está en juego. Una pequeña mesita con la consola de audio y un par de cosas más, una silla, la máquina de humo y algunas lucecitas, elementos con los que ella irá jugando, completan la puesta escenográfica.

La base musical de estos poemas hechos canción, se repite una y otra vez, prácticamente no hay variaciones, suena como un canto chamánico o un lamento indio, casi en un loop permanente con algunos cortes en el medio; esto se acompaña con muy poco desplazamiento escénico, ella mayormente está en un mismo lugar, haciendo movimientos que también se repiten, un brazo en alto que gira y la cabeza trazando círculos son la guía de todo lo demás. Si bien hay algunos cuadros en los que sale de ese estado, pasa bastante tiempo en la misma clave.

La unión del audio y su cuerpo en acción refuerzan a cada momento la idea de algo ancestral, de estar en un viaje introspectivo, asilada del contexto, simplemente repitiendo frases que se tornan casi oraciones al decirlas reiteradas veces, genera la sensación de estar presenciando un rito personal, en el que lo importante es la vivencia de quién lo está atravesando, el espectador se vuelve un espía de su intimidad.

Tal como ella misma cuenta, su objetivo es entrelazar los cuerpos de todos los que participan en esta cadena, tomando al cuerpo como una metáfora, el de la poeta está en el de la intérprete, ambos en los de los espectadores y pensando en esa lógica los dos más estas palabras estarán en vos lector, todos luego se sumarán al de alguien que le cuentes de esta nota y así ad infinitum… sutilmente.

Un espectáculo experimental, para pasar un momento diferente y ¿por qué no? caer en un juego casi hipnótico.

 

Ficha:

Dirección / intérprete: Marisa Busker

Género: performático