Réquiem (Hashkavá)

Réquiem (Hashkavá)

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El tiempo es corto para debatir por lo que no se hizo

En un pequeño pueblo vive una pareja de ancianos. El Viejo (Roberto Mosca) construye ataúdes pero en el último tiempo no hubo muerte alguna. Y, Vieja (Elena Petraglia) quien lo ha acompañado y cuidado con una enorme gratitud y entrega. Un día la anciana amanece enferma y, pese a los problemas económicos, deciden viajar a ver al Curandero (Cristian Sabaz) para mejorar su salud. Para llegar al otro pueblo es necesario ir en una carreta que es manejada por el Cochero (Marcelo Rodríguez) y tirada por un Caballo (Ariadna Bufano). En la carreta también viajan, por momentos, dos prostitutas (Andrea Baamonde y Melisa Joss) y dos borrachos  (Andrea Baamonde y Melisa Joss).

La enfermedad que tiene moribunda a la Vieja también está atacando a personas de otros pueblos. Junto a ello, Viejo cruza su camino con una Madre Joven (Paula Vautier) que carga con su hijo y que también necesita del curandero. Ambos comparten la desesperación y la movilización inquietante que trae consigo la idea de la muerte. En esta ruta entre la vida y la muerte dos ángeles (Ariadna Bufano y Andrea Baamonde) acompañarán la esperanza y el dolor que viven los protagonistas de estas historias.

Por un lado, las vivencias del Viejo, la Madre Joven y el Cochero llevan al espectador a reflexionar sobre sus vínculos filiales y conyugales. ¿Qué de esa relación está en mis manos y qué no? por otro lado, las prostitutas y los borrachos le ponen la cuota de humor al drama y proponen contemplar la vida con más ligereza: con placer y alegría ¿Qué cosas me dan alegría?, ¿es la alegría un estado pasajero?

Las actuaciones se caracterizan por su energía y fuerza. Los personajes comparten sus emociones y pensamientos con los matices y tiempos adecuados. La propuesta le otorga al espectador un espacio de imaginación que se complementa con algunos elementos oníricos de la misma. El trabajo de manipulación resulta bastante atractivo ya que conviven títeres y humanos en escena. Estos títeres se mueven entre el histrionismo y  la empatía. Además, es notorio que dicha labor tuvo un trabajo de coordinación importante por parte de las titiriteras.

Tanto el vestuario como la iluminación juegan un rol importante en la puesta en escena. Las vestimentas caracterizan a los personajes a tal punto que estas narran sus propias biografías. Los colores y texturas utilizados le otorgaron particularidad a cada personaje y en conjunto evocan esos paisajes, casas y lugares a los que pertenecen. La propuesta lumínica se modifica según la escena y responde a sus necesidades. Se destaca así,  un azul intenso y atractivo, un hermoso árbol que se proyecta en el escenario y los cambios entre una luz dura a una más tenue. Por último, la música sostiene una atmósfera cautivadora para el espectador. Estas y otras decisiones, al compenetrarse con la actuación, generan imágenes y sonidos llenos de vehemencia.

A menudo los seres humanos se debaten entre lo que pudieron haber hecho y el tormento de su presente. Oscilando entre lo que hay y lo que no, entre cosecha y  siembra, entre vida y  muerte. Requiem es una obra llena de simbolismos que invita al espectador a abrir sus ojos y disfrutar de lo dulce y agraz del presente. Una experiencia que acerca al espectador a la idea de redención, evidenciando cómo el ser humano necesita, en último momento, liberarse de todo aquello que lo ata y que es propio de su condición de humano. Con ello, sentir que aquel que parte, se va sereno y más liviano ya que el tiempo es corto para debatir por lo que no se hizo.

 

Ficha:

Actores: Roberto Mosca, Elena Petraglia, Cristian Sabaz, Marcelo Rodríguez, Paula Vautier

Titiriteras: Ariadna Bufano, Andrea Baamonde, Melisa Joss

Categorías: Reseñas

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