Cuando el relato se desprende del género
La extensa y premiada trayectoria del realizador japonés Sion Sono, contiene una enumerable cantidad de historias que transgreden las reglas morales, de la misma forma que esas mismas reglas morales, son transgredidas por externos y para con cualquiera de nosotros, en cualquier momento de nuestras vidas.
Son muchos los ejemplos en los cuales incurre éste director de cine y poeta oriental nacido en 1961, en donde los personajes transcurren mundos disímiles pero parecidos, con la misma pasión, agresividad y violencia. Lo que parece un juego se convierte en Splatter Film (o cine gore… con mucha sangre para simplificarlo), en círculo vicioso, en agradable sintonía con la crueldad y la desmesura que provoca una incomodidad en el espectador. Narrativas que diseñan relatos cercanos a la comedia, el suspenso, el falso thriller, lo onírico, lo banal, lo trágico, la fábula pop, etc…
Sion Sono comienza su carrera como poeta a los 17 años y sus poemas aparecen en publicaciones populares de Japón. En referencia al cine, en 1985 realiza un cortometraje experimental denominado “I am Sion Sono!”.
En 1990, co-escribió, dirigió y protagonizó el largometraje en 16 mm “Bicycle Sights”, film que logró un gran éxito comercial en Japón, y popularidad en países extranjeros a éste.
Fue recién en el año 2001, cuando escribe, dirige y realiza en tiempo récord, “Suicide Club”, su película más famosa hasta ese momento. Estrenado en el año 2002, el film que narra la llegada de los estremecedores suicidios adolescentes en masa a Japón, consagró a Sono haciéndolo ganador de diferentes premios en el festival de Fant-Asia del año 2003.
Es a partir de allí que el autor se hace propietario de una prolífica “Camera-Stylo”, en la que enreda historias desopilantes y alocadas dentro de una poética, que ahora se construye por medio del audiovisual. Oda a la ópera y a la tragedia griega, en formato de secuencia de montaje musicalizada por Bach o por Beethoven, entre otros, como así puede apreciarse en “Love Exposure”, “Himizu”, y “El Bosque Sangriento”.
Posterior al suceso de la previamente escrita como trilogía, “Suicide Club” (muy transmitida por I-Sat durante algunos años de hecho), sus sucesoras “Noriko´s Dinner Table”, “Strange Circus”, y “Guilty of Romance”, insertan a los personajes de Sono nuevamente en situaciones calamitosas y hasta de tortura, hibridadas con la poética del cine misma impulsada por el propio autor.
En el año 2007, la desopilante “Exte: Hair Extensions”, gana el premio a la mejor película en el Fantastic Fest de Austin, y un año después, la multipremiada “Love Exposure” se convertiría en la probable mejor obra de Sono. En esa ocasión, una historia de amor entre dos adolescentes se encuentra ceñida por la opresión familiar y de la Iglesia. Un disparatado elenco y relato se conjugan para lograr la transgresión, recurso que se repite por medio del gag, la parodia, las bajezas de una cultura y de la sumisión de los personajes a las instituciones.
¿Es común a partir de “Why don´t you play in hell?, la parodia al cineasta amateur que se repite también en “The Virgin Psyquics” y en la novedosa de Netflix, “El Bosque Sangriento”.
En el 2011, la apocalíptica “Himizu”, que nuevamente navega entre los lindes del amor, la fe, la literatura, la crueldad y la violencia, obtiene el Marcello Mastroianni Award al Mejor Nuevo Talento en el Festival de Venecia de ese año.
Ya en el 2015, Sion Sono acumula mucho trabajo en un mismo año y produce tres películas en la continuidad del mismo: en primer lugar la maravillosa “Love and Peace”, historia que reúne en un sólo film una particular tortuga, por un lado, y personajes de juguete y otros llamativos que viven en las alcantarillas, debajo del mundo, por el otro. La distribuida por la Universal Pictures, “Tag”, en la cual vuelve a aparecer el splatter movie de colegialas con mezclas de surrealismo que indaga en cuestiones filosóficas que interpelan las vidas paralelas de los seres humanos, en segundo lugar. Y, por último, “The Whispering Star”, en la que una oficial a bordo de una nave que viaja a través del espacio susurrando, lleva pedidos a través de cierta galaxia, luego de que la humanidad haya concluido.
En 2016 realiza la pop vampiresca serie de diez capítulos “Tokyo Vampire Hotel” para Amazon, y en el 2017 llega a lo más cercanamente posible nuestro, de modo que, en la segunda quincena de octubre de ese año, Sion Sono acompaña físicamente a la larga retrospectiva que se exhibe en el Festival Internacional de Cine de Valdivia, una preciosa ciudad sureña entre dos grandes ríos, que fue la protagonista del peor maremoto de la historia de Chile en el año 60.
Sion Sono es considerado como un artista transgresor en su país, y puede ser visto como tal seguramente en muchas partes del mundo. Su obra no deja lugar a la duda, ni sus gustos ni sus desconformidades, su perspectiva del mundo, de la sociedad a la que pertenece, y de las instituciones que en la misma se conforman. Es difícil transcurrir la obra del autor sin verse abordado por una pizca de encanto, autoflagelo e incomodidad. Como seducido por la puesta en escena de lo prohibido, lo negado, lo que no deseamos ante nuestros ojos, lo oculto, lo oscuro, lo que se esconde detrás de muchas obras basadas en la realidad, que sirven y dan aprobación para diseñarse narrativamente, en cualquiera de las películas del autor hasta aquí aludidas.
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