Una pareja: ¿todas?
Entrar a la sala es cruzar el espacio escénico. Conversar entre nosotros es conocer a más gente. La luz es oscuridad, a veces. Y otras, nosotros ponemos sombras en donde necesitamos verlas.
Nos sentamos, esperamos y todo es magia… o no lo es. Porque la vida puede hablar desde un personaje o desde una persona.
Y si habla desde todos los personajes? Y si le habla a ella? O si le habla a él? Y si se hablan ellos? Y si son ellas las que se cuentan su historia? O todos nos cuentan a todos, personajes… personas…, ya no importa quién.
Lo único que vale es el cómo: todos rotos como vidrios. Rotos pero juntos. Imágenes, palabras, voces, encuentros, silencios, música, cuerpos, luces y oscuridades para contarnos… qué? Historias? La contra historia? Lo terrible de convertir el amor en desamor? Sin amor (con odio) pero juntos. Aburridos pero juntos. Por miedo, para que nos vean, por comodidad… pero juntos. Y podemos seguir con la lista.
El trabajo actoral es intenso y comprometido, como siempre que nos encontramos con la compañía Pablito No Clavó Nada (En esta obra, las interpretaciones a cargo de: Rocío Caldés, Julián Cardoso, Andrés Gavaldá, Concepción Covello, Lucía Corral y Germán Rodríguez Estraviz).
La dirección, en manos de Braian Alonso, es impecable. Considero que, por las características especialísimas de los diálogos, si esto no hubiese sido así, podía pasar de ser un excelente trabajo a algo difícil de entender.
La tarea en equipo desarrollada por actores, el director y el grupo todo es fácil de notar: jamás en el transcurso de la obra pensamos en todo el tiempo de ensayo que seguramente llevó…
Por qué? Porque sólo vemos fluidez y más fluidez.
Y mientras nos vamos, pensamos… qué es lo más pornográfico?
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