Piramidal

Ficha
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Prensa:
Prensópolis
La pregunta
En sintonía con una práctica estética muy fructífera, muchas obras eligen proponer que la forma y el contenido sean uno. Es decir, que empaticen, que digan lo mismo, que se fundan en un mismo sentido. Estudio QP ofrece una sátira musical sobre una burda estafa. Cabe preguntarse, ¿puede una obra de teatro ser una estafa? ¿llevar adelante mediante la escena el mismo hecho? ¿eso sería malo? ¿debería el público enojarse? Y, por supuesto, ¿Es Piramidal también una estafa?
Pero, primero, ¿qué es está obra?
Un coach ontológico, Ludovico Sitorrazo, propone un modelo de negocio fraudulento en el que lentamente van cayendo uno a uno diversos personajes. Los torna de víctimas en victimarios y hace al público detenerse en los límites morales entre necesidades: la de sobrevivir, la de encontrar sentido y la de alcanzar justicia.
Para contarse, la obra utiliza la mixtura de lenguajes como acostumbra el teatro porteño contemporáneo. Como en Otelo.Termina mal. de Chamé Buendía o La Vida Extraordinaria de Tenconi Blanco (para nombrar algunas). Habla de la fragmentación e hipertextualidad del mundo a través de esos mismos síntomas. La obra es un músical con banda en vivo, pero también con proyección de imagen filmada en vivo con un celular, también hay una marioneta, hay visuales, hay humor y ritmo.
La sátira abraza lo degenerado. Como buen exponente se abstiene de moralizar. Donna Tefa (parte del elenco) en su instagram escribió: “la preocupación por un presente enrarecido, la necesidad de discutir problemáticas urgentes en toda su complejidad y sus contradicciones.” El espíritu de la obra está ahí. En ese mirar de frente lo que acontece afuera. Darle vueltas al asunto. Sin tanta metáfora, ni corrimiento. Más bien con juego. Por ejemplo, todo está vestido de triángulos y cosas egipcias. Recuerda una película española fabulosa y no muy conocida (de temática no tan distinta): Espíritu Sagrado (Chema García Ibarra, 2021)
De su variado elenco de artistas multipremiados (siete intérpretes, tres músicos) se destaca la polifonía expresiva. Interpretan a varios, en varios lenguajes y tonos. Entre ellos hay trapecistas, gente con experiencia, revelaciones, autores-actores, músicos-actores, actrices-actrices, etc, etc, etc. Por decir algo: Tomás Wicz (nominado a cóndores de plata y María Guerreiros), Carolina Saade (ganadora del premio S del año pasado) y Vero Gerez (recientemente producida por un tal Martín Scorsese en El aroma del pasto recién cortado). Si hay algo que atraiga a apoyarse en la butaca es ese desborde de talento en ebullición.
Pero, entonces, volviendo. ¿Es o no es una estafa?
En esto se puede hacer, como forma de aproximarse a esta pregunta, una tipificación de una estafa, pero atada con alambres, a través de tres indicios que la delataría.
Para el primero existe una palabra en inglés casi intraducible: “accountability”. Que significa rendir cuentas, mostrarse responsable, bancarse las consecuencias de los actos. El estafador no lo es. Luego, como segundo indicio: la mentira. El estafador es fraudulento porque no cuenta sus planes, engaña. Y el último, muy desarrollado en la obra, la falta de respaldo. La estafa suele venir del aire, no tiene nada que la sostenga (por eso requiere de engaño). La estafa no es un negocio que sale mal. Por diseño nunca puede salir bien, porque no tienen nada real que la sostenga.
¿Puede entonces una obra no hacerse cargo, engañar y no tener nada que la sostenga? Por supuesto. De esas hay miles. ¿Está mal? Para nada. El arte no promete verdad, utilidad, ni beneficio; y es hermoso que así sea. ¿Es Piramidal una estafa? No.
Porque como sátira expone sin moralejas, deja al espectador embrollarse como le parezca. Como un juego, no algo serio. Pero no engaña, ni tergiversa, ni se aleja. Es casi una obra testimonial de un caso real. Se hace cargo exponiendo con rigor y sosteniendo su puesta en un país que en vez de avivarse viene cayendo cada vez más y más y más en estafas. Parece hecha ayer, pero tiene dos años.
En conclusión, Piramidal debería ser dada en todas las escuelas.
Ficha:
Guión: Micaela Amaro, Lula Fenomenoide, Magrio González, Marcos Krivocapich,
Teo López Puccio, Donna Tefa
Actúan: Lula Fenomenoide, Vero Gerez, Andres Granier, Javier Marra, Carolina Saade, Donna Tefa, Tomás Wicz
Escenografía: Endi Ruiz
Diseño de vestuario: Endi Ruiz, Ivana Zima
Diseño de luces: Alejandro Velazquez
Diseño sonoro: Teo López Puccio
Músicos en Escena: Cuki López, Teo López Puccio, Camilo Santella
Prensa: Prensópolis
Producción general: Micaela Amaro, Florencia Schrott
Colaboración autoral: Pablo Viotti
Coordinación artística: Micaela Amaro
Diseño de movimientos: Fioreya
Dirección de arte: Endi Ruiz
Dirección musical: Teo López Puccio, Dino Pérez
Dirección general: Marcos Krivocapich, Milva Leonardi
Composición Musical: Teo López Puccio
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