De romances y de puentes bajo la luna llena

Ambientada en un rincón nocturno que parece suspendido en el tiempo, Noches Blancas despliega una historia íntima y conmovedora que transcurre durante una serie de encuentros en un puente urbano. Con una escenografía compuesta por faroles, un banco, una luna resplandeciente y una pasarela de madera envuelta en flores que representa el muelle de una Bahía y sugiere desde el inicio un espacio de tránsito, de espera y de revelación. En el centro del escenario, una gran luna circular —que a lo largo de la función proyecta imágenes, videos, frases, diálogos y sombras— se transforma en símbolo de vigilia, ensueño y promesas.

La obra gira en torno a la aparición de dos personajes solitarios: un hombre tímido, de aspecto algo excéntrico, con ojos tristes que escriben en un cuaderno, bajo la soledad de la ciudad y Nastenka, una mujer joven cuya tristeza parece arrastrar una historia anterior que ha dejado en el presente inmensos recuerdos de melancolía.

El encuentro se da en medio de una noche particular, en la cual ella, sumergida en llantos, a raíz de un desamor que le ha dejado el corazón roto; es vista por él, cuyos ojos sin dudarlo brillan y se iluminan, sólo quieren saber quién es esa bella mujer.

A partir de allí se abren sucesivas escenas inundadas de confesiones, desahogos e incluso de pequeñas transformaciones en un vínculo reciente entre dos almas que sólo buscan compañía, cariño, comprensión y compasión. La palabra ocupa un lugar central: los diálogos son cortos pero muy poéticos, cargados de cierta ilusión e imágenes que revelan el mundo interior de ambos protagonistas, noche tras noche…

Desde lo actoral, se sostiene un tono contenido pero sensible. Él, melancólico, introvertido y algo torpe, transmite ternura desde su dificultad para conectar con un otro. Ella, con gestos a veces infantiles y otras veces hondamente nostálgicos, encarna una figura contradictoria: tan luminosa como quebrada. Juntos, construyen un vínculo frágil pero significativo, en el que las expectativas del amor y el peso de las historias no resueltas se enfrentan, ¿será efímero o será eterno?

Esta obra teatral propone una experiencia serena, delicada, atravesada por la contemplación. Más que contar una historia, Fedor Dostoievski (autor), permite habitar el estado de los amores que busquen o no un futuro, por un instante puedan florecer. Bajo la luz de una luna blanca y pura, que observa sin intervenir, que no juzga ni adivina, que sólo permanece, brillante y plena; el teatro se convierte en un refugio para las emociones silenciosas, profundas, tiernas y vulnerables.

Ficha:

Autoría: Fedor Dostoiesvki

Adaptación: Leo Di Nápoli

Actúan: Fidel Araujo, Susana Giannone

Mapping: Pablo Calmet

Vestuario: Jennifer Sankovic

Maquillaje: Natalia Herrera

Realización escenográfica: Víctor Salvatore

Diseño de luces: Pablo Calmet

Realización Audiovisual: Daniel Holman, Nahuel Vergara

Community Manager: Julieta Wissocq

Fotografía: Gimena Areco, Leo Di Nápoli

Música original: Carlos Véliz

Interprete: Matias Uncal

Prensa: TP Agencia

Asistencia de dirección: Julieta Wissocq, Marina Alarcón

Producción ejecutiva: Barbara Strauss

Producción general: Leo Di Nápoli

Dirección: Leo Di Nápoli

Género: Drama, #comediadramática, #tragicomedia