No me quiero morir sin conocer al amor de mi vida

No me quiero morir sin conocer al amor de mi vida

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Pantalla vacía

Dicen que, en una época, Alfred Hitchcock intentó el arte de la escritura. Para dar con historias, dejaba una libreta en su mesa de luz y, si se levantaba a mitad de noche para aliviar la vejiga, aprovechaba para anotar lo que sea que haya soñado. Una mañana despertó ansioso con el leve recuerdo de haber tenido el sueño más impresionante que jamás haya tenido. Tomó apresurado la libreta para leer lo que, seguramente, sería el argumento de su próxima película. En la libreta decía: “un chico conoce a una chica”.

Muchos años pasaron desde entonces. La tecnología es, desde hace rato, un punto neurálgico en el género “comedia romántica” (pensemos en Nora Ephron como gran exponente). Si en principio, el género se valió de enredos, equívocos y desencuentros para tramar sus romances; en la actualidad mutó hacia la desconexión digital.

De eso trata No me quiero morir sin conocer al amor de mi vida. Una pieza teatral contemporánea que cuenta “chico conoce a chica” y se detiene, sobre todo, en la fragmentación y la distancia.

El escenario está dividido en dos. A la derecha, un varón (Fernando Álvarez), en su sucucho, ve un en la pantallita diminuta de una netbook, un partido de la selección. La sala se llena del relato del Pollo Vignolo y de los comentarios de Gambetita Latorre. Luego, del lado izquierdo, un escritorio, una biblioteca, y bártulos apilados, cuentan el refugio de ella (Marcela Haimovichi); que comienza haciendo un hechizo de amor. Luego, verá allí (se escucha en toda la sala) Un lugar llamado Nothing Hill. En el medio de los dos espacios, cuelgan dos marcos vacíos que les servirán, también, de pantallas y de fronteras.

La historia cuenta como, de casualidad, se cruzan virtualmente, por un virus o algo parecido, luego intentan encontrarse, a lo largo de toda la obra. Por celular, computadora, llamado, por dónde puedan. Cuando uno quiere, el otro no puede. Cuando uno avanza, el otro retrocede. Cuando uno está libre, el otro está ocupado. En realidad, son un viejo amor de la infancia; noviecitos de primaria, ahora habitando otro mundo. Por momentos, sus humanidades se acercan.

Retomando el dispositivo que utilizó Claudio Tolcachir en Próximo, la obra dirigida por Gabriela Manildo, lo hace todo al revés. Alan y Marina están siempre refiriéndose a la distancia. Lo que los mantiene separados no es un océano, sino los mismos dispositivos que supuestamente los deberían juntar. Aunque estén a pocos metros del escenario hablando desde el mismo tipo de artefacto, la obra expone la imposibilidad de la comunicación. Se puede profundizar en esto pensando en que la palabra misma comunicación viene de “mundo”. De hacer un mundo compartido. Alan y Marina, a pesar de su voluntad, siempre están alejándose.

Él corre carreras, ella está siempre de viaje. Ambos parecen huir. Otra forma de contar esa distancia está en lo fragmentario y lo cambiante. Deliberadamente, el lenguaje escénico cambia sus reglas. Las formas de comunicarse son siempre otras. Se rompe la comunicación entre los actuantes, pero también entre obra y público, que acumula deseos de que esos dos se junten. Que sus cuerpos estén en el mismo espacio frente a frente.

La fragmentación también aparece en lenguajes. La escena es constantemente interrumpida por videoensayos animados que discurren sobre el amor y la tecnología. En las imágenes aparecen cuerpos fragmentados. Cuerpos que quieren rearmarse, mostrarse, ser. La obra planta, en distintos secretos, algo sobre el síntoma detrás de la atomización de los cuerpos. Sobre qué es lo que los hace vivos.

A fin de cuentas, el teatro sigue siendo el espacio fundamental para hacer estas preguntas. ¿Qué cosa es un encuentro? ¿Y qué otra, parece algo cerca de ser un encuentro, pero en realidad, es lo contrario?

Ficha

Idea Original: Fernando Alvarez, Marcela Haimovichi

Dramaturgia: Gabriela P. Manildo

Actúan: Fernando Alvarez, Marcela Haimovichi

Diseño de luces: Gabriela P. Manildo

Diseño Multimedia: Gabriela P. Manildo, Catalina Otero

Redes Sociales: Luciana Clerici

Comunicación: Luciana Clerici

Asistencia de dirección: Catalina Otero

Producción: Teatro Azul

Dirección: Gabriela P. Manildo

Categorías: Reseñas

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