El otro Onassis

El otro Onassis

Ficha

  • Datos de funciones:

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  • Prensa:

    Paula Simkin

 

Una familia argentina

Con una gran sensibilidad y franqueza, Beatriz J. Bialylew escribió esta ópera prima donde homenajea a su padre Meilach, un polaco inmigrante que escapando de la guerra llegó al territorio argentino en busca de paz que le permita construir un futuro. Pero esta historia particular no es una biografía sino que se enmarca en el contexto de la historia argentina, recorriendo algunos sucesos históricos en los que aún resuenan la deshumanización que provoca la guerra y el instinto por la supervivencia que encuentra su núcleo en el amor familiar.

En 1938 Meilach arribó en barco a la ciudad de Buenos Aires, con la obsesión de ser rico y poderoso como Aristóteles Onassis, de manera que su única certeza fue ser El otro Onassis, una verdad delirante que lo inspiró hasta que abandonó este mundo a los 95 años, y desde ahí comienza el relato, una retrospectiva que se despliega desde el punto de vista de su hija Betty, representada por la dúctil Paula Fernández Mbarak, para luego dar lugar también al recuerdo del mismo Meilach, quien después de fallecido, continua siendo un personaje entrañable y controvertido. Ricardo Merkin con una interpretación muy acertada, le devuelve la vida a este personaje un poco autoritario, fabulador, con aciertos y errores que le constaba reconocer pero sin dudas, el juglar de la familia.

La dinámica del espectáculo es crédito también de la dirección de Corina Fiorillo quien plantea una puesta espacial con dos frentes donde los espectadores, y algunos personajes, se ubican a los laterales formando una ronda, conteniendo y siendo parte de la familia de Meilach. Esta decisión sobre el espacio escénico posibilita diferentes frontalidades con la que los actores pueden jugar y así lo hacen, pues interpelan con sus miradas, avivan el espacio central, sorprenden con los giros, buscan complicidad e invitan, desde la ficción, a la unión de esta familia argentina. Resulta grato cuando todo el elenco hace carne de cada uno de los personajes, logrando un arco de profunda ductilidad entre momentos de humor y drama por el que transita el vínculo entre hijos y padre.

Un punto focal gráfico, es una pantalla ubicada a uno de los laterales que va marcando el termómetro del contexto histórico, allí a modo de diario gigante, se montan imágenes que actualizan más de 70 años de un país que también sufrió guerras, protestas, hambre y momentos álgidos de crecimiento social. Continuando con la escenografía, el otro frente, se resuelve de forma delicada e imponente, un mueble de estantes cubierto con una alfombra y, un sillón que hace de contrapeso espacial a la mesa y sillas ubicadas del lado de la pantalla.

Por último, la iluminación acompaña la dinámica de las acciones por todo el espacio escénico generando como fotos suspendidas que se van sucediendo de manera fragmentada. Así mismo, la música en vivo que suena desde un rincón de la sala,  profundiza la calidez de toda la puesta en escena.

En el campo teatral, desde el género del grotesco criollo, la familia, los inmigrantes y la herencia de  cultural son temas que se identifican en la ficción nacional, y de los que aún se sigue produciendo poesía, una forma de encontrarse con la paz.

 

Ficha

Intérpretes: Ricardo Merkin, Paula Fernández Mbarak, Daniel Campomenosi, Mercedes Torre, Estela Garelli, Inda Lavalle, Lola Banfi (actriz de reemplazo).

Músico en escena: Tomas Pol

Dirección: Corina Fiorillo

Género: comedia dramática

Categorías: Reseñas

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