Lengua, lengua, lengua

Lengua, lengua, lengua

Ficha

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    Paula Simkin

 

La voz de las brujas.

¿Qué esperar de una obra que en su título propone un corrimiento? ¿cuál? se toma el parlamento de Hamlet y se le cambia la palabra “palabras” por la palabra “lengua”. Con toda la ambigüedad, el juego y el efecto en la piel que esto genera. El título de la obra es cómo la obra misma.

Carolina Mazzaferro trabajó durante años y en distintos espacios la propuesta que hoy toma la forma de una comedia en prosa y verso. Comenzó a escribirla mientras cursaba la diplomatura de dramaturgia del Paco Urondo, atravesó la pandemia desarrollándola y terminó de darle forma con la ayuda de una clínica con Andrea Garrote en 2020. Hoy se presenta en la cartelera como ganadora del primer premio Rozenmacher y como parte del FIBA.

¿De qué trata? Edda (Jazmín Broitman) y Rosetta (Joaquín Sesma), son dos brujas infiltradas entre novicias que se proponen salvar a la joven panaderita Alva (Maite Rodríguez Chietino) de la suerte que le espera. Diot (Claudia Quiroga), una devota absoluta a Dios y la Abadesa (Ana Antony), la superior de todas las monjas, planean quemar en la hoguera a Alva por hacer un pan más sabroso y popular que el que produce la monja Zahurda (Caro Go), la panadera de la abadía. Para colmo, Greta (Analía Malvido), la madre de Alva, es una viuda que reprocha a su hija el uso de metáforas al hablar mientras ella misma reprime deseos sepultados en el pasado.

Brujas y monjas se disputan la forma de enunciar en escena de forma manifiesta. En este juego con el lenguaje está el procedimiento que motoriza Lengua, lengua, lengua. Mientras las brujas liberan el lenguaje a través de la poesía, las madres de la abadía rigen con una palabra sin rima, ni verso. Al menos, mientras pueden. Cuando fracasan (esperablemente) en su intento de domesticar esa necesidad de poetizar, beben para limpiar sus lenguas.

Es indudable que la obra de Mazzaferro se circunscribe a una corriente emergente que renueva la escena teatral argentina: la voz de la mujer como fundamento de la dramaturgia. Para nombrar algunos ejemplos distintos que dialogan en la actualidad con esta comedia: las cautivas de Tenconi Blanco también usa el lenguaje y la rima como canal para manifestar la tensión entre la voz femenina y la tradición; y Las Moiras mezclan también religión, sexualidad y género. En todas ellas, el teatro es un espacio ritual de goce, imaginación y encuentro. Que deposita su potencia más en la forma y el lenguaje que en la “verdad actoral”.

Lengua, lengua, lengua vuelve, quizás, a una tradición más distante de la fiesta teatral. La de la comedia clásica y el teatro español del siglo de oro. Poéticamente retoma a Sor Juana Inés de la Cruz y la poesía mística y los mezcla con poéticas divergentes como la de Néstor Perlongher. Esto resulta en una trama cristalina que acompaña al espectador sin escatimarle información, ni agobiarlo con intrigas innecesarias. Permitiéndole disfrutar del juego con el lenguaje y de la comedia.

Una muestra de esta puesta en escena, se puede apreciar con el trabajo que Caro Go hace con su Zahúrda. La actriz se pone al hombro las transiciones de toda la obra, moviendo la escenografía, interactuando con la música en vivo y cortando la acción con gags de humor físico que ponen en relieve y burla algo de la sexualidad y la maldad que está latente en la iglesia. Lengua, lengua, lengua al igual que, por ejemplo, muchas películas de Almodóvar, dejá en evidencia las dobles morales y se ríe de esas contradicciones manifiestas.

Para completar lo que es una propuesta Integral teatral: la escenografía compuesta de pocos elementos que aluden a las piras donde se queman las brujas resulta minimalista, flexible y dinámica. El vestuario de miriñaques y sotanas instala el mundo, la época y a la vez, refleja cierta sexualidad cómica. La música en vivo y la iluminación acompañan puntualizando con hilaridad y producen un ritmo escénico. Este cóctel produce en forma y contenido ese vínculo fértil y fresco entre el ritual, lo sagrado, lo efímero y potente que se espera del teatro. Pero acudiendo a otras armas de las que la cartelera porteña ofrece más a menudo. Ahí también se ve la presencia de una voz divergente.

Ese otro teatro, el de la verdad, de los grandes monólogos, el de la experiencia cruel y profunda puede, la mayoría de las veces, implicar una poética fálica que se regodea o, incluso, encuentra disfrute en representar una realidad cruel y patriarcal apelando a una función redentora del arte pero que no emancipa a su propio escenario de esa misma brutalidad. Más bien hace todo lo contrario.

En ese sentido, la obra de Carolina Mazzaferro, les da respiro y liberación incluso a la cruel inquisición que mata y censura. Así abre la misma posibilidad a todas sus actrices y, sobre todo, a su público.

Ficha:

Dirección: Carolina Mazzaferro

Elenco: Joaquín Sesma, Jazmín Broitman, Maite Rodríguez Chietino, Analía Malvido, Claudia Quiroga, Ana Antony, Caro Go

Música en vivo: Sofía Gambino

Género: Comedia

 

 

 

 

 

 

Categorías: Reseñas

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