Las criadas

Las criadas

Ficha

  • Datos de funciones:

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  • Prensa:

    Paula Simkin

 

Ustedes tinieblas, yo aurora

Se percibe a un público expectante y con fuertes deseos de dejarse llevar hacia esos territorios de fronteras bien disímiles, que son la literatura y el teatro.  Un jugueteo fantástico llamando al delirio del gesto y la voluptuosidad del movimiento. Tres intérpretes de la talla de Dolores Ocampo, Pablo Finamore y Claudio Pazos para convertir en más que atractiva esta versión de “Las criadas”, del valioso Jean Genet que dirige con maestría Facundo Ramírez.

Valiéndose de una escenografía despojada con un gran espejo central, acompañado de suntuosa cómoda abarrotada de flores a modo de altar, los dos vestidores en los laterales recrean la habitación de la Sra. A un lado y sobre el proscenio, dos figuras grises y estáticas están por despertar para renacer y recrear, una vez más en su marchitez revulsiva, los mecanismos violentos de la opresión y de la miseria. Allí, en el centro de la escena, de repente, una de ella ordena y exige estentóreamente que la otra la asista. Dos figuras andróginas, igual de grises y roídos llevan sus atuendos, igual de perversa y oscura su mirada. Dos criadas, criaturas enlazadas y nutridas desde la furia y el hedor de lo descartable, del desperdicio. El espectador asistirá al juego tormentoso de estos seres bestiales, gente fétida e infecta, que imitan a su Señora cuando esta no se encuentra en la casa. Solange es Clara y Clara es la Señora. Se gritan, se escupen, se culpan, se aman y se desprecian…urden un plan, hablan de cartas y denuncias falsas.

Del pasaje y tránsito por esas fantasías, cargadas de rencor, pero también de cansancio, un flujo constante de peligro incestuoso arrastra y atrae a estas hermanas que poco a poco se hunden en un abismo monstruoso.  Las criadas, eternas desgracias profanando el aire se pierden en el torrente infinito de seducciones, del juego de roles, en cada ceremonia en donde pretenden dejar de ser despojos y atreverse a ser otra. Se reconocen y se desprecian en el claroscuro de aquel espejo mágico ahogándose en ira por no pertenecer. Reconstruyen con automatismo su juego de figuras con el propósito de empezar una y otra vez y tantas veces hasta el infinito…aunque amarse en el asco no es amar.

Un timbre advierte que ya es la hora de abandonar el juego, pero será demasiado tarde porque la Señora, exultante de sensualidad y chabacanería ha llegado para regocijarse impúdicamente en su carcajada. Interpretaciones todas, contundentes.

Ficha

Solange: Claudio Pazos

Clara: Pablo Finamore

Señora: Dolores Ocampo

Director: Facundo Ramírez

Género:  Drama

Categorías: Reseñas

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