La Tempestad de Lear

La Tempestad de Lear

Ficha

  • Datos de funciones:

    Info en nuestra cartelera

  • Prensa:

    Silvina Pizarro

 

Una apuesta segura

Ya va por su tercer año consecutivo en el Centro Cultural de la Cooperación uno de los sucesos de la cartelera porteña: Habitación Macbeth. La obra en la que Pompeyo Audivert encarna a todos los personajes de la obra Shakesperiana es un acontecimiento cuyo alcance sobrepasa las fronteras de los círculos del mundo teatral. En cuanto a lo específico y lo fácil de explicar Habitación Macbeth lleva adelante (y probablemente siga llevando por un largo tiempo) un “qué” inversamente proporcional a su “cómo”. Ese misterio extraordinario es quizás la primera de las explicaciones de La Tempestad de Lear.

Para Christian Forteza, parte de la dirección artística del CCC y Daniela Rizzo, discípula de Pompeyo Audivert, la obra en cuestión es, antes que cualquier cosa, una apuesta segura. Juntos crearon el texto que permite llevar a cabo la misma hazaña que Pompeyo Audivert pero aplicada a El Rey Lear, uno de los textos más citados en el último tiempo del tullido autor británico.

En la obra de Forteza y Rizzo, la tempestad funciona como un corrimiento ligero del texto original pero sin la cuota necesaria de falta de respeto.

La obra mantiene su corazón narrativo: Lear decide abdicar y hace el famoso concurso de amor. Les pregunta a sus tres hijas cuál de las tres lo quiere más. Mientras que Gonerila y Regania, dicho mal y pronto, le chupan las medias exagerando su amor (incluso dejando de lado a sus esposos); Cordelia, la menor y única soltera, dice la verdad. Dice que ama a su padre según su obligación. Ni más, ni menos.

A partir de esto, Lear decide entregar su mano sin dote alguno y desconocerla como hija. El Príncipe de Francia la acepta y Lear queda al cuidado de sus dos hijas mayores. Al poco tiempo es traicionado por ambas: le reducen su escolta de mitad en mitad, hasta dejarlo sin poder alguno. El orgullo del viejo lo hace huir sin más que su bufón y es finalmente Cordelia, disfrazada de mendiga, quien lo cuida en la adversidad, cuando estalla la guerra.

En un escenario desnudo, Daniela Rizzo se encarga de darle cuerpo y alma a cada uno de los personajes: al bufón, a las tres hijas, a sus contendientes y, sobre todo, al decrépito rey. La puesta en escena toda se erige como una batalla quijotesca. La pulseada es entre el ritmo y la claridad narrativa. Las herramientas son el uso de la voz, la composición corporal, la iluminación, algunas transiciones musicales a oscuras y el texto. Todo conspira para que sepamos quién habla sin que se vuelva esquemático, mecánico o lento.

A mitad de camino, la voz de un narrador neutro llega al rescate para empujar el relato hasta sus peripecias culminantes. Donde la actriz multiinstrumentista tendrá la titánica tarea de reunir toda la acumulación trágica de todo un elenco en un momento de sutil y catártica sensibilidad.

Párrafo aparte para el trabajo de vestuario de Shirley Bentancor que reúne estética y pragmática a la vez. Conjuga la mixtura de personajes y permite el juego de las apariencias para producir esas diferencias de carácter.

La Tempestad de Lear es el segundo número en una serie que tendrá sin dudas continuación. Cada uno debe subir al ring para presentarle batalla al anterior. La serie quizás acabe cuando alguno finalmente usurpe su lugar en el trono.

 

Ficha:

Dirección: Christian Forteza

Actores: Daniela Rizzo

Género: Tragedia

Categorías: Reseñas

Escribe un comentario

Only registered users can comment.