El vino se acabó ¿seguís ahí?

Buenos Aires, 1945. Luego de finalizar la función del estreno de La Casa de Bernarda Alba, en el Teatro Avenida, Margarita Xirgu y Federico García Lorca se reencuentran en el camarín de la actriz para festejar el éxito y celebrar su amistad.

La noche se está muriendo, es una obra dramática profundamente sensible abordada desde la intimidad, no solo de los personajes sino también del contexto que subyace. Se crea un código entre el espectador y la puesta en escena, abierto, continúo pero de una sencillez ínfima, el público ve una representación ficcional sobre una representación teatral, es la redundancia absoluta para hacer evidente el dispositivo teatral, la relación entre saber y poder como instrumento reflexivo, y discursivo a nivel político y social en el cual, además de plantearse una estética determinada coexiste con la ética de lo representado.

En este sentido, la dirección general a cargo de Jorgelina Herrero Pons y Martín Ortiz, se encarga de articular una puesta en escena sugerente, detalla y precisa, que confluya a la par con la densidad del texto dramático, la intertextualidad entre ellos y sus conflictos aparentes en la representación evidente de los textos de dramaturgo y poeta español Federico García Lorca, en un contexto histórico que avasalla en la actualidad. Pero, sobre todo, se destaca el retrato cálido y humano que realizan los personajes en su vínculo fervoroso y mágico de amistad.

El escenario es un espacio pequeño y protegido, intimista entre los personajes que es esta climatizado por las diferentes situaciones lumínicas y sonoras que acompañan el relato. La escenografía, logra ambientar de manera concreta y con pocos elementos, un camarín de época, un diván, un biombo y una mesa frente a un espejo imaginario, tras las bambalinas de un teatro que ruge, por fuera de campo, a un público del Buenos Aires de aquel entonces.

La noche se está muriendo, dota de un gran carácter artístico en cuanto a mezcla de recursos para la realización del espectáculo, música, escenografía, vestuario, actuación e iluminación junto con la dramaturgia y dirección propone una calidad escénica sensible y emotiva hasta las lágrimas, las referencias al totalitarismo, nazismo y fascismo le otorgan al espectador a reflexionar activamente sobre el juego en escena del reencuentro ficcional entre Margarita y el fantasma de Federico que conviven en un acontecimiento teatral cargado de misterio, pero también el devenir propio que se contrapone entre el contexto de un pasado no muy lejano y el contexto actual, al alcance de las manos.

Ficha

Dirección general: Jorgelina Herrero Pons, Martin Ortiz

Elenco: Mario Petrosini, Lorena Szekely

Género: Drama