La negación de la negación

La negación de la negación

Ficha

  • Datos de funciones:

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  • Prensa:

    Daniel Franco

 

Ardido por ser carne

En un monólogo inicial Marcelo Savignone dice: “la confesión (es) un modo de salvar el tiempo”. En esta nueva ocasión, sin embargo, viene con una pregunta nueva: ¿qué sucedería si la confesión la realizan otros cuerpos?

El monólogo es bien intelectual. Teatro filosófico. Cargado de referencias: Paul Ricouer, Agustín de Hipona, Nietzsche, Shakespeare y, por supuesto, Chéjov. La negación de la negación. Tal como lo propone su título es una hermenéutica chejoviana.

Para quién esté algo perdido, la palabra “hermenéutica” se puede burdamente reemplazar por “reinterpretación”. En efecto, la obra se trata de una reinterpretación de cuatro espectáculos del autor ahora reunidos (vueltos a unir), en algo nuevo.

Lo nuevo es lo autobiográfico. El hilo que organiza las perlas del collar. La figura son episodios de Chéjov (Tío Vania, La Gaviota, Tres Hermanas y De interpretatione, que ya era un juego teatral hermenéutico), que emergen en un fondo espectral. Aunque la gestalt es nebulosa. La puesta se esfuerza en desdibujar tanto obra como vida. Los actores son espectros, siluetas, objetos animados.

Savignone dice: “se aleja de cualquier intento de verdad” Se especula que se refiere a la interpretación de lo real, a la ficción de la memoria; no a la idea teatro. A esa verdad que sólo puede ser construida por cuerpos surcando un espacio ante la mirada de un tercero.

La obra es Lecoq, es Kantor, es Grotowski, es carnaval, coreografía, musical también. En fin, territorio dramático.

En un momento, el personaje dice algo así como “no puedo salir de escena. Entré hace 25 años y todavía no logro salir.”  Como en All That Jazz de Bob Fosse, Savignone es testigo de su vida y obra. Opina teatralmente y filosóficamente sobre ella y ficcionaliza.

La irrupción del humor en lo vano, lo actual, es anti intuitivamente al mismo tiempo de las cosas más efectivas de la puesta; y la que encierra mejor su carácter filosófico. Más aún que citar a Ricoeur o a Nietzsche. En La negación de la negación el teatro filosófico no está solo en la narración autobiográfica, ni en la poética escénica, sino, sobre todo, en los límites borrosos entre ambas.

Chéjov trama una serie de tragedias burguesas que están siempre situadas alrededor del mundo intelectual, y siempre con un poco de olor a podrido. El encuentro con lo filosófico que propone Savignone marida a la perfección y le da a su personaje (no a Boris o a Vanya, sino a Marcelo) ese halo de tristeza decadente. No porque él esté disgustado con sus lecturas (más bien está ardido por seguirlas). Quizás, análogo a lo que pasa con los intelectuales de Chéjov y a las siluetas de su obra, el teatro y la academia, hoy, son una aparición espectral que lucha por hacerse carne y, una y otra vez, son eclipsadas por las pantallas.

 

Ficha:

Concepción y Dramaturgia: Marcelo Savignone

Actúan: Milagros Coll (María, Olga, Irina) / Sofía González Gil (Elena, Mashas) / Priscila Lombardo (Elena, Mashas) / Valentín Mederos (Teleguin, Kostia) / Guido Napolitano (Astrov, Medevenko) / Belén Santos (Sonia, Irina, Nina) / Marcelo Savignone (Vania, Andrei, Boris)

Actor de reemplazo: Leandro Arancio (Teleguin, Kostia)

Concepto de vestuario: Mercedes Colombo

Diseño sonoro en transiciones musicales y tema musical “El equipaje está listo”: Luis Sticco

Fotografía: Cristian Holzmann

Diseño gráfico: Mr. ED

Prensa: Daniel Franco

Asistencia y colaboración artística: Tatiana Sarbia

Dirección: Marcelo Savignone

Categorías: Reseñas

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