La boda

La boda

Ficha

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Participación y protagonismo

Una boda anhelada dónde la promesa de un “sí acepto” se vuelve gesto esperpento de un hombre a la deriva, al que solamente el público presente podrá rescatar.

Este unipersonal en clave de clown tiene como columna vertebral la participación de los espectadores pues con ellos se completa el relato. Una invitación a salvar la ficción siendo participe de la misma porque lo último que se pierde es la esperanza.

Desde el inicio, el ambiente se tiñe por los nervios exacerbados del novio, pronosticando el desencadenante del conflicto incipiente: una ausencia fatal. De ahí en más, el histrionismo del actor puesto al servicio de la tragicomedia, irá lanzando un ramo de propuestas para seducir al público. El vestuario resulta atinado a este propósito pues su personalidad se refleja en las medias de corazones asomándose de sus cortas bota mangas; entre inocente e intenso, a este novio el traje le queda chico porque su amor es inmenso pero a veces eso no alcanza. El desamor resulta ser una experiencia conocida con la cual es sencillo empatizar, entonces, el “sí mágico” aparece y surge en forma de compromiso implícito entre espectadores y personaje/actor. La sala se vuelve espacio lúdico, colaborativo y hasta de protagonismo de algún espectador, puesto que entre la vergüenza y la desinhibición hay una carcajada de distancia.

Para sumergirse en esta ficción se observan dos componentes importantes, por un lado, el novio, guía a los participantes asumiendo el rol de director de la escena sin perder ninguna oportunidad que presenta la gran variable de este hecho teatral que es el público. Por otro lado, el vestuario -todo combinado entre rojo, negro y blanco- también es un elemento importante para que los participantes asuman sus roles. 

Sin grandes pretensiones, la puesta escenográfica simula un altar en el que, tal vez, sobra algún objeto sin ninguna otra función que ser parte del decorado pero que sobretodo achican el espacio de juego de “los actores”. Al mismo tiempo, de esta disposición de la utilería en el piso, surgen momentos divertidos.

En fin, La boda es sin dudas, una propuesta para reír mediante un juego de roles y, además, es  la representación de un contrato social basado en la participación y protagonismo colectivo. Cuando las personas se implican se vuelven protagonistas porque se comprometen en un rol activo para la situación dada y en consecuencia se llega a una pertenencia del hecho, en este caso teatral.

Ficha:

Actor: Ezequiel Olazar

Dirección: Ezequiel Olazar

Género: clown, tragicomedia

Categorías: Reseñas

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