Julia, laberinto de memorias

Julia, laberinto de memorias

Ficha

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El ejercicio de la memoria

Recuerdos, sensaciones de infancia. Una mirada desde la adultez. Una mirada desde la distancia para saberse desprotegido y vulnerable en ese tránsito  elemental que es la niñez. Las imágenes que habitan tanto el espacio como las almas, se presentan como sombras amenazantes, como duros golpes a la capacidad del ser. Un delicado recorrido que transita Stella Matute  por el escenario, un escenario que siempre es  la vida,  y que invita al espectador a presenciar escenas sueltas que hablan de las caricias pero también de los tormentos.

Dentro del plano técnico escenográfico, la presencia de mudos testigos fieles: los entrañables muñecos que acompañan y velan las angustias y los miedos. Su dimensión escénica refiere a la importancia de su valiosa compañía. Solo muñecos y  colores como familia. En una habitación despojada de mobiliario una caja de juguetes refuerza  las emociones y la atmósfera  infantil se plantea: Julia salta, baila, aprende, juega. Sin duda, las claves de la obra  pasan por los momentos de acumulación caótica de recuerdos que apuntan a la construcción de vivencias compartidas.

Un texto difícil, compuesto por Fernando Alegre,  del que se logra una puesta atractiva y valiente que con maestría y solvencia  dispone sobre las tablas la premiada actriz. La potencia de su interpretación  trasciende las palabras e incita a que sobrevuelen en la atmósfera los recuerdos de todos los presentes.  Julia es un viaje al pasado, hacia adentro, al dolor, a las frustraciones pero también, Julia muestra ese pasaje a la esperanza  e inspira la necesidad de no olvidar para poder rearmarse y confiar. El mensaje de la pieza es, en definitiva, universal.

Ficha

Intérprete: Stella Matute

Dirección: Fernando Alegre

Género: Unipersonal

Categorías: Reseñas

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