La mancha que no se borra

Una mancha de sangre que no sale, que se impregna en las manos del asesino, en la tela de sus prendas, en la culpa que lo persigue infatigablemente convirtiéndose en la sombra de la cual no puede liberarse: en el estigma de una traición que tendrá el revés de la revancha. Entre esas aguas navega la figura de Macbeth, quien la ambición lo lleva a pretender la corona de su rey intentando obtenerla a cualquier precio.

Este drama shakesperiano no pierde su vigencia al igual que Hamlet, Otelo, Ricardo III y otras obras del autor. Sin embargo, en ocasiones la majestuosidad del texto y las acartonadas traducciones -en la mayoría de las puestas que se realizan- lo vuelven solemne, aparatoso y distante. No es el caso de la versión de Pompeyo Audivert quien logra capturar su esencia dándole vida y profundidad a la obra.

El gran acierto de la dramaturgia y su representación es, sin dudas, el hecho de estar interpretada en su totalidad por un solo actor. Es un mismo interprete, quien encarna a cada uno de los personajes de la historia. La propia corporalidad del actor define la presencia de quienes intervienen en la trama: las tres brujas, Macbeth, Lady Macbeth, Ducan, Macduff, entre otros. No hay un cambio de vestuario ni de pelucas ni de ningún tipo de artificios, es el cuerpo y su voluntad creadora lo que adopta diversas posturas, gestualidades y texturas corporales; el rostro se convierte en una máscara, la cadencia y el ritmo de los desplazamientos, en una maquinaria que pone en movimiento el deseo, la ira, la traición y la culpa que domina a los personajes de esta tragedia.

La dirección de Pompeyo Audivert es impecable, precisa, dinámica e incisiva, logra imponer una poética del espacio revalorizando y extrapolando el uso de los objetos en escena. Con lo mínimo e indispensable transforma el espacio, sin contar los momentos donde solo su propio cuerpo sostiene con su presencia la intensidad del conflicto.

Tanto el diseño de luces recortando el espacio, generando imágenes y dándole tensión a la escena, como la maravillosa interpretación que realiza Claudio Peña tocando el cello en vivo, son factores complementarios y decisivos en la composición de la puesta. La interpretación de Pompeyo Audivert es soberbia, una demostración de su enorme talento y del compromiso con el trabajo que no puede ser más que el producto de la pasión, de la entrega y de toda una vida dedicada al teatro.

“Habitación Macbeth” es una maravillosa obra, con una magnifica interpretación y puesta en escena. Ha sido ha sido galardonada con Un Premio ACE (“Mejor actuación masculina en obra para un solo actor”) y Tres Premios Estrella de Mar (“Mejor Drama”; “Mejor Actuación Protagónica de Drama” y “Mejor Iluminación”); entre otros reconocimientos. Es una gran oportunidad de ver una excelente versión a la altura del clásico que después de casi cinco siglos sigue reflejando la condición humana.

Ficha:

Actuación y Dirección: Pompeyo Audivert

Ejecución de cello en vivo: Claudio Peña

Género: Drama