Enrique
Ficha
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Datos de funciones:
Teatro La Comedia: Rodríguez Peña 1062, CABA.
Funciones: domingos a las 18hs -
Prensa:
Prensa: te hago la prensa
Cuando los fantasmas se vuelven presentes.
Enrique, de Luis Longhi; una obra no sólo destacable por el punto de vista que tiene del tango, o por el hecho de traer a un símbolo del género como Enrique Santos Discépolo en el día de su muerte, sino también por la profundidad con la que nuestro protagonista ve la vida.
La impaciente espera a que comience la función se vuelve disfrute cuando la habitación se inunda de las melodías compuestas por Santos Discépolo que conllevan al tarareo de “Yira, yira” y, poco a poco, a introducirnos en el ambiente de ese 23 de diciembre de 1951.
Enrique es una historia de fantasmas; pero no de esos fantasmas que dan miedo por lo que nos hacen, sino de aquellos que dan miedo por lo que nos generan a nosotros. Luis Longhi encarna brillantemente a un Enrique Santos Discépolo que, a punto de dar su última función, toma cariño con el “che pibe” del teatro, interpretado por un joven y sobrio Nicolás Cúcaro, cuyo futuro es completamente prometedor. Es allí, donde emergen los fantasmas de nuestro protagonista, esos asuntos pendientes que, instintivamente –pues se dice que un hombre presiente cuando se acerca su hora- emergen, por el hecho de que lo carcome la idea de que serán así por siempre: pendientes. Por un lado, ese hermano, Armando, del cual vivió a su sombra muchos años. Hoy en día se nos hace más conocido Enrique, pero cabe reconocer la influencia de Armando para que Enrique llegase a ser quien fue. Y el tanguero lo sabe. Es por ello que lo atormenta la idea de que Armando Discépolo se encuentre allí afuera, aguardando por su recital, tras varios años de distanciamiento. Enrique sufre por esto; y del sufrimiento sale el tango, “Fratelanza”, ese tango que intenta componer que hace referencia a su hermano, ese tango que podría cerrar ese asunto que quedará pendiente, pues no logra concluirlo. Por el otro lado, la presencia de una misteriosa mujer mexicana que lo pone nervioso al tanguero. Índices abundan, conclusiones sobran. Estos asuntos pendientes se hacen presentes mediante una enmascarada Eleonora Dafcik que hipnotiza al espectador con sus movimientos.
El trabajo realizado es brillante en todas las áreas. Desde el entrenamiento vocal y de piano (Fernández, Tamar, Mizrahi, Simón), que logra que los personajes nos encandilen con su talento –dicho sea de paso, pocas veces se ha visto tantas interpretaciones vocales y pianísticas de personajes sin salir de escena de semejante calidad-, hasta el detallista, realista y bello, pues esa es la palabra perfecta para caracterizarlo, que se ha realizado en el diseño de máscaras, maquillaje y peluca por Analía Arcas y Miriam Manelli.
Todas estas áreas actúan en función del mismo propósito: no sólo contar quién fue Enrique, sino mostrar cómo al humano lo carcome el último día de su vida, cómo lo atemoriza presentir la cercanía del “otro lado”. Es por esto que nuestro protagonista constantemente lo detiene al joven mozo, quien no comprende lo que pasa. Enrique teme salir a dar ese concierto, porque bien adentro suyo sabe que es el último, y sabe que ha dejado muchos asuntos inconclusos en la vida. Por ello lo detiene, no quiere dejar este mundo, pues ¿qué habrá más allá? Sin lugar a dudas, para él es la oscuridad del no saber. Por más extraño que parezca, ninguno quiere decirle adiós a esos fantasmas que nos acongojan por los asuntos pendientes.
Ficha:
De: Luis Longhi
Actores: Luis Longhi, Nicolás Cucaro y Eleonora Dafcik
Dirección: Rubén Pires
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