Una historia encantadora

“Dora” es una historia que atraviesa tres generaciones. La protagonista Dora, una persona mayor, su hija y su nieta. La obra abarca varias temáticas, que cruzan a estos personajes.

Principalmente la vejez y los cuidados que esta demanda, acompañar a los más grandes es una tarea que requiere mucho tiempo y dedicación y a veces no todos están dispuestos o la pueden realizar.

También, se ponen en juego conflictos familiares, negocios compartidos que salieron mal. Por otro lado, Clara la nieta, siente que no puede expresarse y ser quien quiere, se siente oprimida por su madre Marina. A todo esto, se le suma Alejandro, el hijo del encargado del edificio, quien comparte mucho tiempo con Dora, generando un vínculo de amistad.

Hay una vorágine propia de la casa de Dora, en la cual todos entran, están un rato, se van. Ella siempre está feliz de recibir a su familia, porque en definitiva es la forma que tiene para lograr una vida social. Por eso, cocina como un acto de amor para quienes la visitan.

La pieza, tiene un tono realista muy bien logrado, lo cual genera desde el comienzo de la obra la empatía con los personajes, funciona muy bien esa idea de ser un espejo de la realidad. A su vez, al plantear un espectro etario tan grande de los personajes, casi todo el mundo puede sentirse identificado.

Un elemento muy importante, es el ritmo. La obra empieza con Dora en su cocina en plena preparación. La acción sigue siempre sostenida por los diálogos y las escenas que atrapan al espectador. Los conflictos se van develando poco a poco.

Desde la dirección, hay una mirada muy clara de primero generar un clima distendido y ameno para luego con el paso de las primeras escenas, ya con los conflictos en pleno desarrollo, ir hacia un lugar más dramático y sumamente emotivo. Es una obra en la cual se puede reír mucho y llorar mucho.

La puesta en escena esta bien realizada con una buena dinámica entre los personajes y el espacio. La escenografía realista ayuda al estilo de actuación, con elementos reales, los platos son platos y el agua es agua. Las transiciones entre las escenas son sutiles y rápidas, lo cual hace que no se pierda la tensión. Y las actuaciones de los cuatro intérpretes son fenomenales, con una gran paleta de emociones y matices que están muy bien elaborados y pensados para lograr que la dramaturgia se haga arte de la mejor manera.

Una obra que hace bien, una obra que hay que ver.

 

Ficha:

 

Actúan: Cristina Maresca, Graciana Urbani, Rocío Gomez Wlosko y Braian Ross

 

Dramaturgia y Dirección: Martín Goldber

 

 

Género: Drama