Cada tema, un porque
Mariano Condoluci iba tranquilo por la vida y del pronto le gritaron “a escena!!!”, lo raro es que estaba solo, entonces ¿quién lo llamaba?… era su propio corazón, que lo invitaba a ponerse en marcha y eso hizo, armo un hermoso show, con un ramillete de canciones que, por un motivo u otro, significan algo para él.
Desde el teatro Border, llevó a cabo su streaming en vivo, junto a Gaspar Scabuzzo, el pianista, que también se ocupó de la dirección musical.
En un escenario despojado, donde solo estaba el músico con su piano y adelante un micrófono de pie, esperando por su intérprete, en medio de haces de luz azules, entró Mariano y con “But the world goes round” (de Lizza Minnelli), comenzó el concierto.
Mientras agradecía y explicaba el porqué de algunas elecciones musicales, se fueron sucediendo temas muy diversos, pero aunados por un clima íntimo y cálido, así pasaron por ejemplo “Rincón del cielo” (de Pippin), Touch me/Tócame, haciendo este tema de Despertar de primavera en “spanglish”; “Nada” (de “A chorus line) o el emotivo “Company” del musical que lleva el mismo nombre.
Claro que no estuvo solo todo el tiempo, sino que tuvo dos de sus amigos acompañándolo en este sueño realizado, ellos fueron Sofi Val y Pato Witis. Con ella hicieron dos temas muy diferentes, pero con mucho power “De pronto Seymour” (La tiendita de los horrores) y una de las canciones más lindas de “Chicago”: Creo nomás en mí.
Un rato después llegó un momento muy especial, fue el turno de “La desgracia”, el escenario se tiñó de violeta y verde, mientras Mariano en su alto banquito, contaba que estaba llegando Nora (el personaje que interpretaba ¿aba? en este particular espectáculo), empezó con el cuadro y del fondo llegó Pato. Juntos hicieron una muy divertida performance, donde sus voces tan diferentes, se complementaban y ensamblaban a la perfección, jugando incluso con un tinte operístico, sin ningún problema. Claramente si bien el protagonista disfrutó todo el show, este tramo, lo llevó a otro nivel, es donde más pleno y libre se lo vio… no es para menos, en ese momento, disfrutaba de su creación.
Para el cierre, la frutillita del postre, un medley de otro de sus musicales favoritos (y el último que hizo), Cabaret.
Un espectáculo que mantuvo un movimiento emocional ondulante, donde pasaba de algo chiquito y emotivo, a otra cosa con mucha fuerza, logrando matices y colores muy diferentes en el recorrido. Todo esto de la mano de Scabuzzo, que acompaño maravillosamente, quien lo ayudó a construir desde el diálogo y la música, haciendo que todo fluya y se enlace, con su hermosa ejecución.
Cuando un artista se pone en la piel de un personaje, puede disfrutar más o menos, cuando sueña con cubrir un rol, puede tener mayores o menores ansias, pero cuando hace un show, con canciones que lo representan, se toma su tiempo para prepararlo y disfruta cada momento, porque con cada cuadro, asoma algo de su alma, se puede decir que ese artista, es realmente pleno y es imposible no notarlo; esto último es lo que le ocurrió a Mariano el pasado 7 de noviembre.
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