Mañana amanecerá y ojalá que sea otro día.

La obra teatral “Amanecerás  con escombros en el suelo” está presente en el festival TABA (Temporada alta en Buenos Aires) El género es teatro  documental – biográfico más conocido en nuestro país como biodrama; el objetivo de este es trabajar  sobre las vivencias reales  de los intérpretes  como posible material escénico. En este caso encontramos cinco personas que cuentan sus experiencias ante el terremoto ocurrido el 27 de febrero del 2010 en chile.

La puesta en escena es sumamente interesante  y atractiva,  los relatos no se entre cruzan,  si no que van de a uno permitiendo entrar en todos los detalles, pero si todos  colaboran  con acciones  para que el testimonio  no quede solo en palabras. Uno cuenta y los demás ubican maquetas en el escenario que simulan los espacios habitados por aquellos en el momento de la catástrofe,  así como también escombros que quedaron de algún edificio hecho pedazos, o autitos y casitas de juguete que representan lo que se llevo el desastre natural. El texto está cargado de recuerdos y en algunos casos de lo  que pudieron recuperar  o de la nostalgia que deja la ausencia.

Si cabe mencionar problemas con el sonido en varios momentos de la obra como ser, cortes en el micrófono que parecían no acabar y también el relato  que sonaba en Off al final de la representación tenía un sonido embotado que sirvió para no apreciar  el discurso.

En el fondo vamos a ver imágenes fijas o videos como si fuese un cine; (incluso segundos de “El Titanic” partiéndose en dos es proyectado) el antes y después del terremoto, una foto de aquel familiar que falleció aquella noche de febrero, así como también la denuncia a una empresa constructora, al poder policial y al estado chileno. Sin olvidar que continuamente  los intérpretes son filmados y los vemos en tamaño gigante en la proyección que incluso resulta necesario hacerlo, porque vemos otro aspecto de la representación. No dejan ningún recurso al azar, la cantidad de mensajes que ejecutan invitan los espectadores a sentir lo que ellos sintieron volcando de esa manera el justo dinamismo a la puesta.

El espectador  queda inmerso  sin excusas en los testimonios  porque en la mirada de aquellos que cuentan esta la cicatriz que les dejo el terremoto para siempre.