Materia fungible
Ficha
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Consumidos
La especie humana como materia fungible que se consume con el uso, una mercancía más, la humanidad amamantada hacia la homogeneidad, devenir de un mundo capitalista al que este espectáculo resiste y lo re_piensa desde el lenguaje de la danza.
Lo contemporáneo de esta propuesta es que un salto es más que un cuerpo estilizado, es traspasar mandatos invisibles; el contacto entre bailarines no expresa solamente fluidez y armonía, sino también, transitar la experiencia de encontrarse y no; bailar en pos de reescribir las huellas de lo humano.
Si bien el lenguaje de la danza es un desafío a la mirada literal, la obra presenta una estructura narrativa con una introducción, dividida en tres escenas por dos separadores. En el inicio se exponen los puntos de partida de la creación, como un breve estímulo conceptual para el público; el mismo director, David Señoran, se diferencia del resto porque cumple el rol de narrador y desde esa función, sus palabras también dialogan con los bailarines en escena. Por un lado, el hilo transversal de las escenas evoca una experiencia de época, sociedades mercantiles como máquinas expendedoras de cuerpos, seres que siguen un orden de cosas perdiendo el deseo en el camino. Una pulsión que los vuelve muñecos bebotes prendidos a la teta de ese sistema. Por otro lado, los separadores contrarrestan como postales cotidianas sin dejar de lado la mirada crítica.
Siguiendo con esta idea, el colectivo de intérpretes, en su mayoría jóvenes y blancos, se encuentran unificados por el vestuario de pantalón y remera de color negro. En cuanto a la ejecución coreográfica tanto individual como grupal, es un elenco homogéneo, impetuoso y energético; tal vez con algunos desfasajes en coreos grupales pero nada que afecte la expresividad de la atmósfera dramática que van componiendo.
Una puesta escenográfica sin mayor pretención, adaptable a espacios abiertos si se quisiera y con elementos claves para la dinámica de las escenas. Así es que una carpa tipo iglú ocupa el fondo de la escena, cual portal hacia un tiempo otro que no deja de ser el mismo pero con distintos cuerpos. Cada objeto que incorporan a la danza, potencian la poética de la pieza, sucede con los bancos, dispuestos a los laterales del escenario dónde aguardan mientras son espectadores y cuando manipulan a pequeños bebotes, materia inerte que se mezcla entre cuerpos agotados.
Un manifiesto final de una danza filosófica que se propone recuperar el cuerpo como territorio del deseo.
Ficha:
Intérpretes: Lucía Girardi, Julia Sleiman, Sofía Muñoz, Inés Silvestre, Luana García, Melina Ansai, Miranda Basso, Arian Ortellado, Lautaro Cianci, Euclides Pérez, Valentín Garro, Alejo Burgos, Gastón Gatti, Nina Lázaro, Luis Garbossa, Mailen Covelo
Director: David Señoran
Género: danza contemporánea
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