El rugir necesario

Una joven mujer que se siente atrapada en un entorno familiar rígido y normado, decide emigrar a New York para cumplir su sueño de ser libre.

Un texto poderoso de Gilda Bona, quien se luce en su doble rol de dramaturga y directora. En él, se plantean dos situaciones bien definidas y contrapuestas: comienza con un drama feroz que se desata en el hogar paterno horas antes de su partida, cuando quieren hacerla desistir de irse.

Una familia común de clase media: padre, madre, abuela, una hermana mayor y la protagonista: hermana menor, deslucida, ahogada por un animal que siente en su pecho, agazapado; que necesita gritar y romper todo para salir de sí misma y ser. Se ha decidido y ya no le importa nada; su sueño está en otro país, en la ciudad donde los edificios llegan al cielo y adonde se irá con un hombre 15 años mayor. El escándalo familiar no puede ser peor; determinada ella a partir y la madre a que no lo haga, la discusión crece hasta que su fiera interior se desata con furia y logra su cometido. El segundo tiempo es en New York, donde el frío exterior le toma el alma y su realidad dista mucho de parecerse a sus anhelos. ¿Dónde está su animal; cómo despertarlo para que otra vez ruja y remonte vuelo?

Yanina Gruden ofrece una performance descomunal en este unipersonal en el que van intercalando la narración con la interpretación; un juego lúdico y corporal muy exigente en el que una vastísima cantidad de personajes cobran vida a través de ella. La puesta muestra un gran espacio vacío, con apenas un perchero y un banquito en un rincón. Las luces acentúan la soledad de Yanina en el lugar y ella lo desbordará con potencia. El contraste entre ambos tiempos se refuerza con los colores del vestuario: el rojo poderoso de la decisión y el beige tímido del desencanto y a través de los dos únicos objetos en escena: el cigarrillo humoso y desafiante del primer tiempo contra la dona del consuelo compulsivo del segundo tiempo.

Una mujer que quiere ser ella, sola, suelta, sin dueños, sin críticas, sin imposiciones, sin mandamientos, siempre es una historia interesante de rupturas, luchas, decepciones, pero también de terreno ganado y saboreado con el derecho que da la pelea.

New York mundo animal, brinda al espectador momentos de risa, tensión, sorpresa y mucha belleza.

Ficha:

Actriz: Yanina Gruden

Dirección: Gilda Bona