El baño como excusa

El escenario es un baño, con su inodoro, su bidet, su bañera y un lavatorio. Estas dos amigas se encuentran en él, repasando su vida, haciendo catarsis. Van desde su niñez hasta que llegan a las canas de la vejez, pasando por la menstruación, la primera vez, los ex novios. Pero también toca temas más dolorosos, como el aborto, la bulimia, la relación con el padre y la madre.

La obra recurre a imágenes metafóricas, como representar al padre adorado, pero ausente, con una camisa, a la madre aparece “presente” por medio de un collar, y los ex novios son los piojos que se sacan con un peine fino. Hay dos metáforas que son dignas de resaltar, la primera, una hemorragia post-aborto con una sábana manchada; la segunda, la utilización de la bañera como una barca con la que, nosotros, navegamos junto a ellas en su línea de tiempo.

Los diferentes hitos de estas mujeres cruzan el dolor, el amor, la muerte, el cuerpo, propio y ajeno; son musicalizados con diferentes ritmos que van guiando las diferentes sensaciones que las (nos) atraviesan, metidas en este baño, que, al mismo tiempo, es todos los baños.

Ambas actrices generan una complicidad entre ellas pero también con los espectadores. Hacen público lo privado, en un baño, donde nosotras, las mujeres, nos abrimos y descubrimos, aún frente a “desconocidas” presentes. Charlamos, nos arreglamos, peinamos, depilamos, etc.

Así somos invitamos a viajar por la vida de estas amigas de la manos de la maravillosa actuación de ambas actrices. Construyen está complicidad entre estas amigas y está relación entre ellas no ayuda a navegar en sus historias; historias que todas las mujeres vivimos alguna vez, y que genera una sensación de secretos compartidos con el público espectador.

Ficha:

Dirigida por César Brie y protagonizada por Vera Della Pasqua y Florencia Michalewicz.