Comenzar a estar minado
Este espectáculo,mediante el absurdo invita a repensar la otredad, rompiendo convenciones y usando el lunfardo como esgrima con muchísimo estilo y humor. Dos amigos que viajan en el tiempo para saborear palabras, porque para comer no hay nada. Una conversación formal y profunda de caballeros que se adulan y son generosos en su amistad.
Todo transcurre supuestamente en un bunker en Buenos Aires y hay dos protagonistas: Lino (Enrique Dumont) limpia un rifle con porte arrabalero, se jacta de sabérselas todas y siempre sonríe como Demócrito. Leno (Leonardo Trento) con el swing de Iggy Pop y la melancolía que brota de la desolación, escucha atento la radio y obedece a todos los retos de su mejor amigo Lino, sobre todo si se trata de adivinanzas. Así se entretienen mientras esperan que llegue a la base el camión con papas fritas y coca que le prometieron cuando los mandaron ahí, pero no hay respuesta, solo se escuchan avisos de espera y noticias trágicas, como cuando en Mataderos unos muchachos prendieron fuego a dos linyeras que dormían debajo de un puente, y lo grabaron para sus redes. El contraste y la química entre estos dos actores es una joya, de otro planeta. ¿Y el tripulante ocioso? en esta obra el espectador completa el cuadro.
La iluminación es muy importante y va de la mano de Samir Elías Carrillo, un trabajo excelente, el broche para conmoverse, una piña a los estados de ánimo, los actores en ningún momento, ni siquiera al final de la obra abandonan su papel, duele.
Dramaturgia y dirección de Francisco Ruiz Barlett, interesado en el autoconocimiento, propone arrimarse a responder dudas existenciales con humildad y entrevero, o hacerle zoom y nunca parar de preguntarse, ¡enhorabuena!
Uno de los recursos más lúdicos de esta obra es la distracción, se sugiere al ingresar a la sala abandonar el entendimiento, y realmente es necesario para dejarse llevar en este ritual. Una puesta en escena cósmica que deja a la vista que lo único que tenemos en nuestro poder son nuestros pensamientos, que demuestra que no hay bunker para la estupidez, y que el amor tiene muchísimas formas.

Ficha:
Actúan: Enrique Dumont y Leonardo Trento
Dirección y dramaturgia: Francisco Ruiz Barlett