La ponedora, el último milagro

La ponedora, el último milagro

Ficha

  • Datos de funciones:

    En cartelera

  • Prensa:

    Valeria Franchi

 

Después de la fe, el humor

El teatro puede ser vehículo exploratorio de territorios insospechados. Temas como el peso de la Iglesia al interior del país y el avance de las alternativas religiosas pueden resultar caldo de cultivo para comedias apabullantes. Tal es el caso de La ponedora, el último milagro, una sátira ingeniosa con cinco temporadas en cartel que aborda este curioso fenómeno con un rapaz humor, bajo dirección y pluma de Ana Lucía Rodríguez.

La acción encuentra a un puñado de protagonista en la anodina existencia del pueblo de Ayacucho. El monseñor, su sobrina, el cura párroco y el sacristán lamentan el éxodo de fieles de la iglesia local. El espacio, entre muebles avejentados y simbología católica, describen la casa del monseñor y la decadencia de un espacio que supo convocar a la comunidad. El fuera de escena es la amenaza de la new church: distintas instituciones que atraen feligreses con promesas concretas y materiales. La desesperación de los representantes del Papa en Ayacucho mezcla la angustia del fracaso con el terror de una pueblada. Cuando escasean las ideas sensatas y terrenales, aparecen las locuras de otro mundo: encontrar a la ponedora, una mujer humilde con el don de revitalizar la esperanza local con el ridículo milagro de incubar huevos. La muchacha, regenteada por una prostituta ladina, es la última esperanza de la iglesia católica ayacuyense.

La premisa de la obra, deliciosamente absurda, desata una catarata de cuadros desternillantes que culminan en un final contundente. Para narrar dicha historia, la tríada elenco-guion-dirección sostienen cera de una hora de ritmo frenético. Cada actor y actriz componen un pequeño payaso con personajes ricos en personalidad sin tanta biografía encima. En esa línea, el guion cuenta lo justo y necesario, sin abundar en detalles y privilegiando con lo relevante e histriónico. Por último, la dirección logra asomar todo lo no dicho, potenciando lo absurdo a un punto alto, combinando el espacio teatral con un interesante juego de luces (crédito a José Binetti) que otorga al espectáculo pequeños instantes cinematográficos.

Un lustro de funciones es, sin dudas, el verdadero milagro de La ponedora. Se trata de una pieza hecha a pulmón, con un elenco que disfruta notoriamente de su interpretación, y un texto que no envejece. La mirada aguda detrás de cada guiño y risa componen una reflexión ingeniosa y accesible, una comedia amplia con años de cartel por delante. Como si de un ritual religioso se tratase, La ponedora llena la platea de espectadores fieles, ávidos de su humor inteligente, simbología sagaz y carisma interpretativo. Teatro en estado puro.

Ficha:

Intérpretes: Eugenia Aguilar, Zoe David, Santiago Fraccarolli, Gaston Frias, Martín Kahan, Rocio Saldeña

Directora: Ana Lucía Rodríguez

Género: Comedia

 

Categorías: Reseñas

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