Sentirse la elegida

Salir de la sala teatral con la sensación de que lo que se acaba de vivenciar es una biografía contada en primera persona por el actor en escena es, sin lugar a dudas, el más claro ejemplo de que esa obra ha sabido combinar muy bien el drama y la comedia, en tanto recursos y texto.

La historia comienza cuando Laura, a la edad de nueve años, se da cuenta de las señales que le indican que es la elegida de Dios. A partir de allí, se desarrolla un largo monologo biográfico en el que la única actriz en escena narra las aventuras – y desventuras- eclesiásticas que vive desde ese momento de su infancia hasta entrada a la temprana adultez. Laura relata cómo fue adquiriendo cada vez más tareas y responsabilidades dentro de la Iglesia a la que asistía y cómo eso influyó, de distintas maneras, en las decisiones que tomó y el camino que finalmente eligió para su vida.

La puesta en escena consiste tan solo en un proyector y una pantalla, dos muebles pequeños y algunos cuadernos/libros/cartas que el personaje irá mostrando a medida que avanza la historia. Una escenografía sencilla por donde se la mire. Lo que destaca es, en cambio, la inagotable fuente de recursos corporales que utiliza Laura Névole para hacer de este espectáculo, una atrapante historia que parece tan real como la música que acompaña al relato.

La elegida es una obra con un ritmo y matices propios acordes al desarrollo de la trama, por momentos hilarante, por momentos realmente dramática. Un viaje hacia el mundo interior de una joven de los años noventa, influenciable frente a las opiniones del entorno familiar. Una joven que no sabía decir que no y que, en un único y último acto de valentía, se enfrentó a su Dios, aunque este no la perdonara jamás.

Ficha:

Actriz: Laura Nevole

Dirección: Paula Fanelli