Una versión actual pero no menos clásica

 

Entre los grandes clásicos de William Shakespeare, Hamlet ha probado ser uno de los más exitosos en cuanto a transposiciones y nuevas puestas. El príncipe que descubre que su tío es el asesino de su padre parece siempre regresar en diferentes formas a lo largo del tiempo. Su amplia trama, la más extensa del dramaturgo inglés, ha sido desglosada en diferentes versiones que toman los puntos de vista de distintos personajes. En una época que habitualmente prioriza la brevedad digital, las experiencias teatrales de larga duración, como las de los tiempos isabelinos, plantean un desafío tanto para la producción como para la recepción.

La versión de Hamlet de Rubén Szuchmacher y Lautaro Vilo, propone, aunque con recortes, una puesta de tres horas de duración, similar a la de la original. Una de las características que distingue esta puesta de otras es la actualización del texto y la actuación. Son varios los elementos que llevan el texto clásico a nuestro presente o, al menos, a un tiempo más cercano. Entre ellos, el lenguaje se simplifica y se hace más comprensible. Además, el vestuario y la escenografía construyen una atmósfera que remite a la primera mitad del siglo XX. Los reyes se convierten visualmente en burgueses y el palacio en un despacho. Esta diferencia está marcada incluso en el listado de los personajes, donde los cortesanos son descritos como funcionarios.

Más allá de estos cambios, la trama permanece inalterada y las referencias a la actualidad dentro del texto son sutiles y sujetas a la interpretación de cada espectador. No hay elementos que remitan directamente al presente o a un tiempo cercano en lo que concierne al texto. La cercanía se vincula más con la forma que con el contenido. El protagonista sigue siendo el príncipe de Dinamarca que quiere vengar la muerte de su padre, asesinado por su tío, nuevo esposo de su madre. Hamlet no deja de ser el dramaturgo que escribe la trampa para su tío, donde los actores representan el asesinato de un rey que logra conmover al asesino sentado entre los espectadores. De hecho, en la representación de la obra, el papel femenino es interpretado por un hombre, como era común en el teatro isabelino, y la escenografía refuerza la metateatralidad propuesta por el texto.

En cuanto a las actuaciones, destaca el trabajo de Joaquín Furriel que configura un Hamlet tradicional en sus dudas y miedos, pero novedoso en su humor y locura. Se trata de un Hamlet que mira a su presente como una calamidad y que, en su monólogo más conocido, se aproxima a los espectadores para reflexionar sobre el sentido de sufrir en ese mundo catastrófico.

Esta puesta de Hamlet comprueba que no hace falta desarmar una trama ni transformar radicalmente un texto para llevar un clásico a la actualidad. De esta manera, y a diferencia de las calaveras que se vuelven polvo, Hamlet continúa viviendo entre nosotros y sigue interpelándonos.

 

 

Ficha:

 

Actores: Francisco Benvenuti, Nicolás Balcone, Marcelo Subiotto, Fernando Sayago, Mauricio Minetti, Luis Ziembrowski, Lalo Rotaveria, Germán Rodríguez, Ernesto Claudio, Joaquín Furriel, Eugenia Alonso, Marcos Ferrante, Agustín Vásquez, Belén Blanco, Agustín Rittano, Pablo Palavecino, Marcos Ferrante.

 

Músico: Matías Corno.

 

Director musical: Bárbara Togander.

 

Director general: Rubén Szuchmacher.