Desde algún Olimpo

Es una trama que recorre confusión y cambio de identidades con la astucia característica de las comedias latinas y una versión contemporánea de aquellas temáticas que incluyen la revelación de los esclavos frente al poder, la avaricia, las maldiciones de los dioses, y el lugar de objeto sexual y deseo que la mujer ocupó en la sociedad griega, interpelado de una forma original y transgresora. Entre los acontecimientos que suceden figuran un robo y un rapto, usurpación de identidades y hasta el enloquecimiento, muerte y resurrección de Zeus.

Tres dueños, Euclión un viejo ávaro capaz de casar a su única hija por interés; Erotia, una sensual mujer dueña de un burdel y Terapontígono,  un militar que eructa todo el tiempo,  forman parte del enredo que sus esclavos Pseudolo, Palinura y Socias llevarán a cabo con el fin de obtener su libertad.

Para lograr su cometido, estos audaces esclavos: secuestran a Planecia para unirla con su amante Filócrates; roban la olla con monedas de oro que había sido escondida por Euclión; le usurpan la identidad al Dios Mercurio; y confunden al Omnipotente Zeus con divertida irreverencia.

La versión de Carlos Trías, reúne en su dramaturgia dos de las piezas más conocidas de Plauto, “Comedia de la Olla” y “Anfitrión”, aunque también se encuentran algunas reminiscencias a “El soldado fanfarrón” sobre todo en el personaje del militar y a “Los dos Menecmos” en el juego de enredos que se da con el personaje de Mercurio (el verdadero hijo de Zeus) y el esclavo Pseudolo haciéndose pasar por aquel.

El momento sublime de confusión es dado por la versatilidad que demuestran los actores, cuando los tres esclavos confunden a Zeus, interpretando cada uno la personalidad de su hijo. El cambio de roles de los personajes se da a un ritmo vertiginoso, logrando pasar de un texto a otro potenciando el enredo.

Si las situaciones desarrolladas por Trías consiguen elaborar una versión nueva y personal de aquellas comedias griegas a través de una estética orgiástica, Adrián Blanco se apodera de aquello y lo enriquece mediante una puesta que remite a lo dionisíaco.

La escenografía es mínima, pero juega un rol central, hay una gran tela que resulta multifacética, cambiando de estructura según esté en el suelo o sostenida por sogas. El efecto es impecable y en algunas oportunidades activa memorias circenses.

Hay una marcada división entre el cielo y tierra, entre mortales y dioses del Olimpo.  Aquí, se despliega un gran trabajo, no sólo desde lo corporal, sino también desde el juego de luces, por ejemplo, cuando Zeuz baja a la tierra su aparición en la escena es sorprendente, mediante un atractivo efecto para representar el más allá. Asimismo las clases sociales están diferenciadas, no sólo por las telas que forman parte de su vestuario, sino también por el andar o no calzados.

Cabe destacar el rol de la banda en vivo, que mediante guitarra, timbales, bombos, redoblantes y platillos,  acompañan el curso de la obra, que va desde lo tribal, al rap hasta las interpretaciones más rockeras.

Se nota la agudeza en la dirección, que junto a una escenografía funcional, el acompañamiento de los músicos y un vestuario que mantenía desde lo visual la temporalidad de las acciones, se  construye una versión, que fiel a al texto, logra ser atravesada por un tono libertino y ritual.  Los juegos sexuales interpretados por los personajes enriquecen el efecto transgresor.

Las situaciones dramáticas se entrelazan hacia un desenlace que resulta inesperado. Todo termina en un gran incesto y con la frase de Zeus que luego de bajar a la tierra, morir y resucitar luego, termina diciendo “gozar mortales hasta morir del dolor”.

Ficha:

Autoría: Carlos Trías;
Elenco: Gastón Frías, Martín Diese, Georgina Frattini, Danae Cisneros, Darío
Pianelli, Javier Araya, Mario Frías, Marita Picasso, Ariel Haal, Omar Cenzano
Brandon
Percusionistas: Diego Rozo, Natalio López, Ezequiel Fischer
Guitarrista: Manuel García Fernández
Canciones: José Páez
Música Original y Arreglos: José Páez-Diego Rozo
Dirección Musical: Diego Rozo