Brotes de amor

La separación del  matrimonio fue además de doloroso, un momento de reflexión, donde al instante de firmar el divorcio, la protagonista de este unipersonal, se plantea un montón de cosas, reconfigurando sus creencias en el acto.

Rulos, blusa roja, pantalón negro, zapatos colorados cartera de mano a tono. La actriz aparece rompiendo con la soledad del escenario. Se sienta en una silla y empieza a practicar un discurso. Por momentos la charla consigo misma se vuelve reclamo, y este se  transforma en recuerdos, los sentimientos y los pensamientos se le entrecruzan haciéndola enojar por no poder controlarlo.

Su vestuario expresa claramente el estado de ánimo. El rojo intenso de algunas partes de la prenda demuestran el fervor de sus sentimientos y la inestabilidad que eso provoca.  Se le suman a la construcción del personaje los accesorios que sirven como apoyo a la actuación, utilizándolos para demostrar enojo o insinuación.

La iluminación cambia según quién sea destinatario de su discurso, luces cálidas cuando  habla con la jueza de paz o con el exmarido,  luces frías cuando se habla a sí misma para calmarse o reprocharse sobre sus errores e ilusiones. Este juego de luces hace posible la referencia a otros personajes que no están presentes, por ser un unipersonal.

La música representa el amor que brota a través de los sentimientos negativos que le genera  la separación, aparece como algo que no puede manejar y que no quiere escuchar. Haciendo que se odie a si misma por lo que siente.

“El amor es una mierda” demuestra el dolor de un proceso de ruptura, las complicaciones burocráticas si además estaban casados, pero también expone que los recuerdos y el amor siguen siendo algo bello concluyendo en que siempre es mejor haberlo vivido , luego perdido que nunca haber amado.

 

 

Ficha

Actúan: Vanesa Maja

Dirección: Cecilia Meijide

Género:

Unipersonal