No todo es nostalgia

Siempre da gusto arribar al teatro y ver que la puesta excede al escenario. En este caso, dos elementos hacen una marcación clara de tono: esperan en la sala una copa de moscato como convite y resuena incesantemente la banda de sonido de Titanes en el ring. La temporalidad se disloca con el agridulce aperitivo y la rimbombante melodía, como previa a tomar asiento. Hecho esto, tamaño frente de colectivo de otra década nos ubica en un taller mecánico, entre latas y herramientas. Desde la lona, del clásico Mauricio Kartun, comienza.

Mariano Terré y Mara Teit son los encargados de esta puesta, que pronto nos pone frente a frente con Bautista, otrora victorioso luchador televisivo que no pudo reinventarse. Sus primeros “diálogos” son con el armatoste, vehículo popular versátil hoy al borde de la chatarra. No arranca, una excusa para introducirnos a nuestro protagonista, el encargado transformarse a lo largo de la obra.

Un enigmático personaje aparentemente afásico merodea cual gato en taller, entre el antagonismo y la asistencia a nuestro protagonista. El diferente, cobrará una significación fundamental. Vienen a interrumpir la escena la Pitusa y el viejo bibliotecario. Ellos nos esclarecen la circunstancia: nos encontramos en Maquinista Pi, uno de los tantos pueblos que quedaron rezagados por la interrupción del paso del ferrocarril. Los personajes discuten un panorama igual de oscuro, discuten pasado y presente. Ella, con su saco rojo fuego, deja entrever una autoridad benévola pero letal, clausurando, por órdenes del intendente, la biblioteca del pobre anciano, mortificado por el paso de los años. Ese es el destino irreversible y oscuro para cualquier cantidad de instituciones históricas del lugar.

Así, nos encontramos con un protagonista que dialoga con pasado, presente y futuro. Recubre a la obra ese inicial tono nostálgico, la decadencia de otra Argentina. Pero, lejos de un lamento por lo que ya no es, los diálogos puntillosos y detallistas de Kartun generan ese diálogo entre lo que fue, lo que es y lo que será, de la mano de Bautista. Fabián Caero, Alejandra Martínez, Néstor Pedace y Luciano Rojas dan vida al texto, con precisa interpretación y notable química, en un relato sencillo y poblado de partes por el todo, de pequeño comentario o mirada minúscula que cuentan mucho más de lo que aparentan.

Desde la lona es una pieza teatral con todas las letras. Detrás de una cuidada superficie de retratos cotidianos se ocultan reflexiones de innegable vigencia, de esas que destiñen aquella nostalgia estanca para mirar hacia adelante. Política (en el sentido más amplio del término), la obra no escatima un segundo del espectador al transportarlo a Maquinista Pi sin moverse de su silla y mostrarle una realidad que puebla nuestros rincones geográficos. Sin duda, un mensaje inteligente y asequible de la mano de la sutileza.

Ficha:

Actúan: Fabián Caero, Alejandra Martínez, Luciano Rojas y Néstor Pedace.

Dirección: Mariano Terré