El grito

 

“Fui condenada por dos cosas: primero por ser mujer y segundo por ser amante de un hombre casado o sea por puta” (Hugo Barcia. “Camille, la maldita”)

 

En parís, Francia se sitúa la historia de Camille Claudel (1864-1943) una artista plástica que forma, esculpe y crea con sus manos figuras humanas. Hasta el día de hoy su obra es conocida y aplaudida en el mundo entero.

Perteneció al movimiento del impresionismo y el simbolismo a fines del siglo IXX y principios del XX, terminando su vida en un manicomio, sin que le sea posible crear ninguna pieza durante esos años de encierro.

La interpretación de Esnal presenta a una Camille a punto de dar ebullición por todas las vivencias cargadas de abusos, humillaciones y prohibiciones, la puesta presenta una Camille rabiosa, que escupe y golpea con sus palabras a una sociedad machista y profundamente peligrosa con la mujer.

Dicen por ahí que el arte es la rebeldía de los libres, y el personaje de Camille es la viva imagen en movimiento de esta frase. Durante una hora se conoce a una artista con pasión, a una mujer con el deseo de vivir y a una revolucionaria que criticó y se opuso a un sistema que para la época era funcional para unos pocos o para nadie.

La iluminación no solo acompaña como testigos silenciosos sino que resalta momentos crudos y viscerales del texto. En el escenario está presente un pequeño y rústico banco de madera y una tela grande que oficia de muchas cosas, desde un bebe hasta un abrigo. La fuerza y el vigor pasional está presente todo el tiempo, esté completa el relato y devuelve al público un grito de libertad por todas aquellas mujeres que como Camille Claudel fueron presas de una sociedad opresora que quiso endurecerlas, pero solo lograron el elevar aún más el grito de nacer y vivir en libertad.

 

Ficha

 

Dirección Manuel Callau

Actúa: Zuleika Esnal

Género: Unipersonal