El tiempo es siempre tiempo y el lugar es siempre y solamente un lugar

La historia sigue a dos amigos que luego de muchos años vuelven al pueblo que los vio crecer con sus respectivas esposas a filmar un documental pero el panorama resulta desolador.

La obra cuestiona el pasado y el presente todo el tiempo, dejando entrar al espectador a un viaje en el tiempo acompañando a los protagonistas a ese pueblo del que ya no queda nada y al mismo tiempo invita a hacer una reflexión de uno mismo. Preguntarse en qué tiempo vive uno, si realmente sirven los recuerdos y al mismo tiempo como los mismos nos acechan, si el pasado es necesario para formar un presente. Que pasa ahora con todos esos recuerdos vividos si el pueblo desapareció.

Por el lado actoral, cabe resaltar la labor de Roberto Castro quien tiene algunos solos que se merecen todos los aplausos, logra un clima emocional en el que prácticamente pone al espectador con la piel de gallina, al borde del llanto con él. Llevándolo a sentir esa tristeza de lo que no está, haciéndolo sentir esa falta. Aunque no todo es llanto en la obra, tiene esos toques justo de humor, sobre todo de la mano de Gabriela Izcovich en su personaje de novia de Roberto y plantea desde el lugar de la comicidad aunque con cierta invitación al cuestionamiento, esta idea de los tiempos verbales y lo que pasa, lo que no pasa y el “condicional”.
Es sumamente destacable como desde el guion, la iluminación y el buen trabajo de los actores sin necesidad de una escenografía puntual uno puede ver cada espacio del pueblo que ya no está, la escuela, el cementerio, la plaza y esa melancolía de los recuerdos que son solo eso parte de un pasado que desapareció, solo con la imaginación.

Ficha:

Dramaturgia y dirección: Gabriela Izcovich
Con: Marcelo Bucossi, Roberto Castro, Mercedes Fraile, Gabriela Izcovich