Conjuro materno

¿Cómo transformar la desesperación en un pedido de ayuda? ¿cómo convertir eso en un libro? Putamadre es el grito de una mujer que entre la ficción y la autobiografía se anima a hablar sobre el amor y la maternidad pero también sobre los ideales, el sexo, la frustración, las drogas, el desencuentro.

Todo un despliegue performatico le irá poniendo voz a los diálogos que la actriz Carolina Fernández eligió para presentar su primera novela, en la que variados temas acercan y repelen a una madre y un hijo en iguales proporciones.

Contando con la participación de Juan Solá y Sofía Gala, en el escenario confluye poesía y actuación acompañando algunos pasajes del libro. Junto con su autora, pondrán el cuerpo para cargar los diálogos de emoción y tensión, mostrando los claroscuros de la historia de dos seres que no entienden cómo lidiar con esa relación ni con su vida, y una mujer que carga con el peso de ser una buena madre.

«Puta», repiten los actores como un mantra incesante. Una suerte de insulto, de injuria, que tiñe los diálogos cuando gana el dolor y la confusión de un vínculo en apariencia fallado. «Puta»  irrumpe en las conversaciones casi  denunciando una  maternidad impostora que quiere adaptarse a los cánones sociales pero no lo logra.

La performance, acompañada de la música de Fermín Martínez (Cementerio Rosa) crea el clima necesario para exponer la realidad de esa maternidad ultrajada. Los protagonistas se enfrentan, se cruzan y se dan la espalda mientras hablan y recitan. Pone así en primer plano lo indecoroso y lo cruel que tiñe los lazos más íntimos, mostrando sus contradicciones.

Es un texto cargado de dramatismo y silencios, cercano a las experiencias cotidianas de muchas mujeres, que apela a la identificación y logra implicar a los espectadores. De la mano de Editorial Sudestada, lo que empezó siendo un relato personal se convierte en un libro. No es solo una historia de ficción, es también un acto político que intenta mostrar la otra cara del amor.

Carolina cierra la performance con unas palabras y agradece. Al final, casi en clave irónica suena Bowie con su clásico Héroes. Si algo se vio en el escenario, es una madre más cerca de ser una  anti-heroína que otra cosa.