He visto a Dios

He visto a Dios

Ficha

  • Datos de funciones:

    Funciones: viernes a las 20 hs. en el teatro La Máscara. Piedras 736

  • Prensa:

    Prensa: Alfredo Monserrat

 

Creer o no creer

El avaro joyero Carmelo Salamandra no desperdicia oportunidad ilícita para acrecentar su fortuna, la cual acapara para dejarle el mejor pasar a su hijo Chicho, un vago y vividor empedernido, aliado inseparable de las peores juntas. Carmelo tiene tratos con ladronzuelos de poca monta que negocian con él y a los que les oficia de “reducidor”. Su falta de escrúpulos no tiene límites, lo mismo que su codicia, de la cual es víctima su fiel empleado y paisano Vittorio. La explotación y la humillación a la que lo somete son dignas solo de aquellos seres excesivamente impiadosos e inhumanos. No está dispuesto a largar un peso de la fortuna que amarroca, en pos del bienestar futuro de su único hijo, quien acaba de dejar embarazada a Nuncia, hija de otro paisano, Gaetano. Pero Carmelo solo tiene ojos para Chicho y todo lo demás lo siente como una amenaza para concretar su mayor anhelo. Su camino está claramente trazado y nada puede desviarlo de su objetivo, hasta que llega a hospedarse a su inquilinato un extraño vendedor de Biblias, derroche a altruismo, bondad, generosidad, y desapego material. Si bien en una primera instancia sus destinos estarán marcados por la antagonía de sus almas, algo sucederá que producirá el milagro de la conversión, y la redención golpeará la puerta del propio Carmelo.

“He visto a Dios” es definido como un sainete tragicómico o grotesco asainetado escrito por Francisco Defilippis Novoa en 1930. A diferencia del grotesco puramente criollo de Armando Discépolo, este se caracterizaba por la inclusión de otros elementos provenientes del expresionismo, realismo poético y simbolismo por ejemplo. En este caso bajo la dirección, la adaptación y la actuación protagónica de Raúl Ramos -quien encarna a Carmelo-, la obra mantiene el encanto y el atractivo vigente de una época de nuestro teatro argentino, lejana pero cercana a la vez, cuya esencia transmuta pero no se pierde con el paso del tiempo. Oscar Rovito, otro grande de la escena nacional, le da vida al vapuleado Vittorio. Ambos componen una atractiva dupla actoral que honran y engalanan al oficio y a la pieza. El elenco se completa con Paula Truchhi (la Pelada), Pablo Kovacs  (Chicho), Rolando Alvar (el Vendedor de Biblias), Néstor de Giobbi (Gaetano), y Victoria Bobr (Nunzia), quienes despliegan un abanico interpretativo a través de sus personajes cargados de diferentes matices y colores, en este juego entre el grotesco y los rasgos más expresionistas. La escenografía y el vestuario de época completan este cuadro donde lo religioso y lo místico se enfrenta y se funde con lo terrenal, en un devenir lúdico entre lo real y el universo onírico. Por último, la música carnavalesca que interrumpe en más de una ocasión la acción, revela el mundo del afuera, de lo profano que se entremezcla con los personajes y sus miserias, penetrando en lo más sagrado de su ser.

Con la fuerza de un clásico, “He visto a Dios” se presenta hoy como un reflejo de esa sociedad lejana que no es tan distinta a la actual, donde los valores materiales enceguecen y corroen el alma de gran parte de los seres humanos. La espiritualidad, la solidaridad, la generosidad y el desapego escasean en esta sociedad de consumo, más explotada y más deshumanizada aún que la de 1930, la que reflejó Defilippis Novoa en esta pieza. Para pensar, para reflexionar y también para disfrutar, que de eso se trata el buen teatro.

Ficha:

Protagonizada por Raul Ramos, Oscar Rovito, Paula Trucchi, Pablo Kovacs, Rolando Alvar, Nestor De Giobbi y Victoria Bobr.

Categorías: Reseñas

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