
Ficha
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Datos de funciones:
Teatro: Santos 4040
Dirección: Santos Dumont 4040, Chacarita
Baja: 23 de octubre -
Prensa:
Prensa: Simkin Franco
Para el eterno curioso
Estamos a la espera de que comience Fui en Santos 4040 en el barrio de Chacarita. Durante ésta el público conversa, toma un café o una copa de vino. De repente, vemos a Cesar Brie transitar, entre los que esperamos, como si estuviera en su casa. Va hacia la sala, pero antes saluda cálida e inadvertidamente a los que lo reconocen. El primer contacto con este gran actor, director y autor nos acerca a la configuración de ese mundo que vamos a ver.
A continuación, antes de entrar a la sala, volvemos a verlo, concentrando cuan monje. Los espectadores ya empezamos a sentir cierta intimidad en el lugar, que luego se hará más concreta.
Ingresamos y nos ubicamos en sillas alrededor de una superficie rectangular, acompañando lo que va a suceder. Luego, se adentra Cesar y comienza a recitar lo que parece un poema. Ha empezado la obra y hemos accedido a vivir ese espacio que recorre el actor como si fuera un viaje a través de los recuerdos que lo constituyeron como individuo.
Esa historia personal es armada desde varios frentes. Dos de ellos son el espacio y el vestuario de la puesta en escena, diagramado por Giancarlo Gentilucci, que se vuelven instrumentos altamente narrativos, los cuales potencian la excelente propuesta interpretativa de Cesar Brie. En ese área dividida por cuatro coordenadas, atravesadas por una soga en diagonal en la parte superior, Brie se desnuda como ser y como actor. Cada esquina construye una persona y un vínculo con él. Palabras circulan y resuenan en la sala con un gran poder. No son dichas en vano. Se apoderan del cuerpo del actor que les hace honor a su sentido y sonido. Éstas, articuladas con el uso de objetos y los movimientos precisos y verosímiles en el escenario, nos convocan y emocionan, haciéndonos sentir a los espectadores que esas sombras de la ausencia que pueden ser un traje, algunos vestidos o una marioneta de nosotros mismos, suelen ser presencias muy vivas.
Otro frente expresivo fundamental es la música de Pablo Brie que se entrelaza con la atmosfera que crea la obra y que parece ser eterna cuando Cesar Brie toca, él mismo, en escena una flauta traversa de espaldas al niño/marioneta.
Recordar es volver a pasar por el corazón. Eso es lo que ha hecho Brie con esta obra. Ha logrado con un amor inmenso mostrar tanto las oscuridades como las luminosidades de los seres que son su familia y de él mismo como niño, joven, y adulto que fue y que es. Asimismo, ha logrado manifestar sus visiones sobre el amor como una manera de aceptar a los otros y a uno mismo.
A finalizar la obra, los espectadores nos sentimos agradecidos con tanta franqueza, entrega en su trabajo y, nos preguntamos, ¿qué sucedería si pudiéramos encontrarnos con ese niño que fuimos? ¿y con nuestros padres, abuelos que ya no están? ¿qué les diríamos? ¿qué nos diríamos?
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