El viejo príncipe
Ficha
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Datos de funciones:
El viejo príncipe. Domingos 15 hs. Duración: 55 minutos
EN SANTOS 4040 -
Prensa:
Prensa: Carolina Alfonso
Una metáfora sobre la vejez, la amistad y la capacidad de mantener viva la imaginación
Inspirada en la célebre obra de Saint Exupéry, esta pieza recupera el espíritu del principito, respetando la esencia del texto original y sumándole la mirada particular de César Brie, quién supo apropiarse de aquel legado y resignificarlo, logrando emocionar hasta las lágrimas con una agudeza admirable.
En un hospital geriátrico un paciente anciano es asistido por su enfermero, quien lo escucha a tientas porque en realidad está preocupado por sus quehaceres diarios, como darle la pastilla, acostarlo y cambiarle las sábanas. El anciano para quien su cuarto es su planeta, busca dialogar con el enfermero, le pide que le dibuje un cordero, le cuenta que viene de una estrella y que tenía una hermosa flor a la que abandonó. Pero el enfermero, más preocupado por su rutina que por vincularse con “el abuelito”, ve a este como un paciente más, reniega de sus ocurrencias, le molesta que se preocupe por su flor, que hable con ella, que insista en cuidarla de las “corrientes de aire”, que vea cosas que él no puede ver, que “confunda” los faros de luz con las estrellas.
El viejo príncipe no permite nunca que se dejen sin respuestas sus preguntas, insistiendo hasta lograr su cometido. Le hace perder la paciencia de vez en cuando a su cuidador, lo llama “cabeza de ombú” por no ver importancia en otras cosas que no sean sus actividades. “Los habitantes de este planeta no tienen imaginación” manifiesta. El enfermero cree que su paciente por momentos pierde la memoria, pero la memoria se hace presente a través del sueño. “Los sueños son la manera de volver a casa”.
César Brie, nos interpela como sujetos, nos invita reflexionar sobre el amor, la amistad, la madurez, el sentido de la vida, la naturaleza humana, la capacidad de soñar. Va más allá del texto y en su doble rol de actor y director nos hace partícipes de un verdadero acontecimiento teatral.
La puesta consta de pocos elementos, pero con un nivel indicial que hacen de cada uno de los objetos elegidos la precisa interacción con la trama. Construye situaciones cotidianas como el dormir, pero nos la presenta desde otra perspectiva: el anciano (él mismo) en vez de aparecer en una cama durmiendo, permanece de pie sosteniendo una sábana o la almohada, según el caso. Algo similar ocurre con las lágrimas. Es un verdadero creador de imágenes y metáforas.
Son impecables las interpretaciones de los actores que lo acompañan, puede verse un gran trabajo corporal y de la sonoridad en cada interpretación. A Vera Dalla Pasqua la vemos en su rol de doctora, de astrónoma, de flor y como su nieta. Por su parte Fabio Magnani como el enfermero, su amigo, el farolero y su nieto. Ambos logran en cada aparición una delicada presencia escénica, dando a entender la referencia al texto original pero construyendo singularidad.
Cuando el enfermero se encariña y comprende que el viejo príncipe le está enseñando a vivir de un modo diferente, llega la hora de despedirse. Sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos.
Antes de finalizar hay una interacción con el público, Brie interroga a algunas personas haciendo que compartan su experiencia personal. “Hay muchas flores en el mundo, pero lo que hace importante a tu flor, es el tiempo que le has dedicado”
Fiel a su compromiso político, antes del cierre cuenta una historia para reflexionar sobre la desaparición de Santiago Maldonado.
Sin dudas una obra que vale la pena transitar.
Ficha:
Actúan: César Brie, Vera Dalla Pasqua y Fabio Magnani
Dirección: César Brie
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