El hombre de acero

El hombre de acero

Ficha

  • Datos de funciones:

    Información sobre las funciones, en la cartelera

  • Prensa:

    Carolina Alfonso

 

Paternidad

El inicio de la obra es un oasis de frescura y distensión, muy necesario para afrontar lo que se viene. Marcos Montes, el actor de este unipersonal, se inmiscuye en el escenario para solicitar a la platea que apaguen los celulares, que mantengan las medidas protocolares y para, a su vez, explicar el concepto de monólogo, del modelo de comunicación y la idea del interlocutor bloqueado.

Es que, en esa silla vacía, que queda al lado del pasillo de entrada de la sala, se ubicará, imaginariamente, el amigo más amado por su hijo. Un hijo adolescente con TEA (trastorno del espectro autista) en pleno desarrollo y despertar hormonal y sexual. Ese hijo está, hace varias horas, encerrado en el baño. La madre (su esposa) duerme, producto del efecto de los ansiolíticos. El padre será el encargado de convencer a ese amigo que entre al toilette, a rescatarlo.

De esa forma, como quien no quiere la cosa, se da inicio naturalmente a la obra y durante cincuenta minutos, el relato en carne propia de este hombre, definitivamente mantendrá al público aferrado a su butaca entremezclando varias sonrisas y muchas lágrimas.

Definitivamente, es imposible no empatizar con cada uno de los textos. Es que Juan Francisco Dasso, desde su dramaturgia y su dirección, ha logrado recrear una atmósfera muchas veces desconocida, ignorada y señalada, por parte de la sociedad. La valentía del autor al tratar una temática tan áspera e incómoda y su cintura al encararla de manera adulta y crítica, confirma que de estos temas, sí se deben hablar.

Marcos Montes realiza un trabajo magnífico. No es forzado en escena, lo que se agradece. Sin necesidad de recurrir a ningún golpe bajo, pero con un toque de realismo necesario, atraviesa las emociones de este padre, de manera orgánica, atrapante e intimista. La profundidad, intensidad y potencia de Marcos en escena es hipnótica.

Una escenografía austera y minimalista completan la escena. Una mesada que simula ser una isla en medio de una cocina, un bowl de vidrio, una caja de coloridos cereales, una botella de leche y de fondo algunos globos y una derruida guirnalda, dan cuenta de un cumpleaños frustrado.

“El hombre de acero” es de esas obras que se agradecen aplaudiendo a rabiar mientras se secan las lágrimas. Una pieza teatral necesaria, contundente y recomendable. Realmente para no perderse. Realmente para regalarse y tratar de entender y empezar a ver el mundo de una manera inclusiva, amplia y diferente.

Ficha

Elenco: Marcos Montes

Dirección: Juan Francisco Dasso

Categorías: Reseñas

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