El acurrucamiento

El acurrucamiento

Postales de realismo machista

Hay una palabra que tiene mala prensa y sería prudente reivindicar. La palabra es “amateur”. Del francés, amador. Se podría decir que designa a una persona que realiza una actividad por puro amor, desinterés, desprejuicio. Pero en cambio se la traduce como “aficionado”.

Un aficionado es un diletante, un principiante, alguien que hace algo sin ninguna maestría, ni profundidad técnica. Alguien que no posee intención de profesionalizarse. Alguien que se queda del lado de la platea y si osa practicar un arte, lo hace como pasatiempos, sin mayor pretensión.

Esto es resultado de la automodulación a la que nos sometemos como individuos y como sociedad. Esa necesidad de competir, de ser alguien, de destacarse sin importar que en esa carrera imposible se pague hasta con el alma. Hay que recuperar el ser amateur de las cosas que aún son posible hacer sin la exigencia del mercado.

En esta sintonía vibra El acurrucamiento, la nueva aventura de Entre Puertas Producciones. Esta tríada creativa produjo hasta el momento una serie de ciclos de obras cortas, un unipersonal y se lanza ahora con una aventura más ambiciosa y desbordada.

En esta, dos féminas endiabladas (Mahia Corradini y Nayla Golvas), sin perder el deseo y la ternura, tratan de sobrevivir a una especie de “realismo machista” como el de Mark Fisher pero aplicado al feminismo (es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del patriarcado). Su sinopsis misma dice: “El final del mundo es inminente pero en el medio hay varios chistes”

La acción sucede en tres actos que ensayan tres géneros. El primero es una especie de distopía steampunk; el segundo una novela decimonónica de terror gótico: el último una película de horror clase B o de bajo presupuesto.

El resultado es un “neo ditirambo”, lleno de lenguajes, de tecnología y de desborde. Las actrices trabajan en estado de euforia total todo el largo de la acción dramática. Sea para bien o para mal, hacen de su despliegue escénico una apuesta que no para de doblarse. A veces divirtiéndose incluso más que el público que queda estupefacto frente al delirio.

La propuesta estética que armó Nacho Mamonde tiene reminiscencias a Juana y sus hermanas, a Saturday Night Live y, la más clara, a la reciente The Substance de Coralie Fargeat que también es un homenaje exacerbado y crítico a la imagen de la mujer en la ficción.

Acompaña, dando aire y juego, la voz de Dana Gorgone desde el éter. El efecto de esa decisión escénica es un universo que se amplía aún más sin perder la saturación y el estallido que se propone.

Uno se pregunta, luego y durante la parafernalia por qué la decisión del título. Esa palabra aterciopelada, suavecita y tranquila que es tan lo contrario de ese mundo hostil, esa acción despiadada y ese tono de actuación tan estridente y explosivo. Y entonces, cae el sentido como un rayo. No es la palabra una expresión de deseo, sino una confesión sin retraimiento. Cuando uno realmente ama lo suficiente actuar, con gente amada que también ama el teatro, la obra más desbordada sea, quizás, el único verdadero refugio donde acurrucarse.  

Ficha

Compañía/ Producción: Entre Puertas Producciones

Intérpretes: Mahia Corradini y Nayla Golvas

Dramaturgia y Dirección: Nachi Mamonde

Asistencia de Dirección: Dana Carolina Gorgone

Diseño sonoro y música: Fran Mariotti

Asistencia técnica: Fran Mariotti

Vestuario: Valeria Arce

Escenografía: Germán Mono Chavez

Diseño de Iluminación: Nachi Mamonde y Fran Mariotti

Diseño gráfico y edición: Nayla Golvas

Categorías: Reseñas

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