El cielo en la tierra

Lo primero que se podría decir de “Ceremonia, circo negro” es que nada está en su lugar, los intérpretes no están sobre un escenario, la escenografía deambula por un espacio sin límites, la historia no tiene un orden cronológico ni tiene un principio ni un final, la palabra no está en boca de los intérpretes, ni el piso está en el piso ni el techo está encima de las cabezas.

Un espectáculo surrealista, que trabaja con la misma materia con que se construyen los sueños, y como todo material onírico, está sujeto a las más diversas interpretaciones y conjeturas.

La construcción plástica hace uso de trapecios, telas colgantes, telas de araña, sogas, malabares, arneses, entre varios otros recursos, y un rol esencial de la luz negra como recurso expresivo, como herramienta para construir planos y siluetas. El uso que se hace de música es tan primordial que podría catalogarse como un espectáculo musical, yendo de momentos vinculados a lo ritual, lo íntimo, a otros donde lo que prevalece es lo dinámico y festivo.

El vestuario es acorde a esta galería de sentidos y posibilidades, presenta desde monjes negros hasta ángeles radiantes.

El ingrediente secreto

Todos estos recursos son la piel del espectáculo, lo que le otorga consistencia a este cuerpo onírico es el trabajo de los acróbatas protagonistas, un trabajo de años de entrenamiento, dedicación y talento y que se evidencia con apenas los primeros movimientos. Un espectáculo que ha tenido su tiempo de preparación especifico, pero que contiene de manera inmanente todos estos años recorridos. Lo encantador de esta propuesta es que lo que se cuenta es de un modo sugerente que estas habilidades técnicas quedan en segundo plano.

“Ceremonia, circo negro” no apela a la palabra ni a la razón para dar cuenta de su mensaje, de hecho las elude, es una obra que puede disfrutar público de cualquier edad y formación, que atraviesa objetividades e idiomas. Un espectáculo que encierra un secreto, una esencia inefable, con la que logra trasladar al espectador a un mundo lúdico y de ensueño, a un soñar despierto, a la ceremonia de un chamán.

Esta obra es un homenaje a María Teresa Ciarla, cantante e integrante de la compañía por 15 años.

 

Ficha:

Elenco: Chiara Zarfati, Mariana Makrucz, Gota Converso, Analía Sciarra, Luciana Losada, Mariel Verna.

Técnica en escena: Perla Violeta Yañez, Juan Alamo.

Asistencia coreográfica: Cecilia Gómez

Diseño de iluminación: Juan Manuel Gagino di Leo

Música: Luciano Campodónico, Paloma del Cerro, Carolina Chrem, Nagendra.

Fotografía: Rita Zarfati

Redes sociales: Lana Mejia

Diseño gráfico: Lusha Love

Prensa: Daniel Franco

Mirada externa: Alain Veilleux

Creación: Compañía Circo Negro

Producción: Club de Trapecistas

Dirección: Mariana Sánchez

 

Género:

Circo