Céline no está solo

Céline no está solo

Ficha

  • Datos de funciones:

    Funciones: jueves, 21:00 h.
    Última función: 22 de noviembre
    Lugar: Centro Cultural 25 de Mayo, sala redonda (Av. Triunvirato 4444).

  • Prensa:

    Prensa: Octavia

 

Pronunciamientos y puntos suspensivos.

Todos aquellos que han realizado sus estudios en ciencias sociales saben sobre la existencia de debate que se viene dando al interior de sus casas de estudios y que, a veces, llega al gran conocimiento general: Modernidad Vs. Posmodernidad. Aunque su inicio data de aproximadamente la década del ’70 en los últimos años asistimos a un nueva discusión y fuerza de estos polos.

El mundo “freelance”, el auge de la autoayuda, la falta de propósitos políticos, la militancia, la política y el mensaje por la imagen de nuestras redes sociales virtuales por sobre las físicas nos traen nuevamente la sensación de decadencia y descomposición del mundo como lo conocemos.

Cuándo ingresamos a la sala podemos observar una parte de ese mundo brutal, pintoresco y absurdo: Abril Maite Anaya, Martina Greiner, Cintia Hernández, Esteban Pucheta, Juan Pablo Sierra, Liza Taylor y Lucía Tomas se encuentran realizando diferentes actividades típicas de los gimnasios. Algunos bicicletas fijas, otro musculación, los últimos una clase de Aero Box (o algo por el estilo).

Conforme la obra avanza cada uno de los actores toma parte en un discurso, o performance. Por un lado el odio al cuerpo y el abuso de los gimnasios, por el otro la necesidad de la autoayuda y el imperio de “estar siempre bien”; también los actores ponen en escena como el mundo se ha ido transformando en el trabajo continuo con el auge del freelance. Que hace que nuestro trabajo no sólo esté en las oficinas sino también en nuestros hogares.

Pero los actores no sólo van llevando adelante discursos en solitario sino también interactúan entre ellos en diferentes momentos mostrando que, por un lado es difícil que podamos construir algo cuándo todos estamos repartiendo nuestras energías en diferentes objetivos muchas veces opuestos. Por el otro, cuándo queremos hablar, hablamos del trabajo. Es nuestro propio mundo retratado. Un mundo a veces descompuesto, a veces pulcro.

Los vestuarios de ropa deportiva, la gran pantalla que podemos ver detrás siempre con mensajes los televisores y monitores que nos invaden durante la obra nos hacen sentir fuera y dentro al mismo tiempo: hablan de nuestro mundo y lo retratan.

La obra no tiene un mensaje claro del cual nos podemos apropiar o discutir. Es un conjunto de fragmentos y declaraciones contra nuestra nueva cotidianeidad (Instagram, el odio al propio cuerpo, la post política, los mensajes directos sin estética) Tampoco vemos personajes definidos. Nosotros mismos podemos creer que aquellos que preforman sobre el escenario pueden estar hablando sobre sus propias vidas, o que ciertamente nos hablan a nosotros. Entonces, ¿Qué tiene que ver esto con Celine? Creo que dos cuestiones. Por un lado, la obra de teatro hace uso de “Puntos suspensivos” dónde ideas continúan por carriles independientes, igual que el autor francés. Por otro lado este mundo, también en partes decadentes y en parte en descomposición es “viaje al fin de la noche”

Yo, un peregrino de las oficinas, que trabaja en ese mundo tecnológico, que está en el medio del freelancismo. Tal vez requiera la lectura de Celine entender mejor de que se trata, porque mi ansiedad por encontrar ‘el mensaje’ no la logré contener. Tal vez, como nos enseña la obra, deberíamos desconfiar de las funciones con mensaje: es una especie de pensamiento sin delicadeza.

Entonces, para ir a ver a la obra y apreciar el texto de Mateo de Urquiza hay que estar preparado y asistir con los reflejos despiertos.

Ficha:

Intérpretes: Maite Abril Anaya, Martina Greiner, Cintia Hernández, Esteban Pucheta, Juan Pablo Sierra, Liza Taylor, Lucía Tomas.

Dramaturgia y dirección: Mateo de Urquiza

Categorías: Reseñas

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