Benito de la Boca
Ficha
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Datos de funciones:
Información sobre las funciones, en la cartelera
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Prensa:
CTBA
El pintor del pueblo
“Pinta tu aldea y pintarás el mundo” decía el famoso pintor Auguste Rodin dando cuenta de que en lo particular reside lo universal, de que cuanto más personal y comprometida con su entorno cercano es la obra de un artista, más alcance y relevancia cobra. Tal es el caso de lo que sucedió con Benito Quinquela Martín, que pintó al barrio que tanto conocía, creando una estética muy particular que llegó a ser sumamente representativa como imagen de la ciudad de Buenos Aires a nivel internacional.
Un artista huérfano, cuya familia adoptiva era de origen muy humilde; que comenzó tomando clases particulares de pintura mientras trabajaba de carbonero en el puerto, que tuvo que sortear diversas dificultades a lo largo de su vida, pero que a pesar de todos estos avatares su destino fue exitoso, habiendo ganado el reconocimiento y la fama mundial.
En el musical “Benito de la Boca” se cuenta la biografía de este genial artista de una manera muy particular. Partiendo desde el momento presente en el cual uno de los personajes que hace de guía de turismo experta en Quinquela (Belén Pascualini) va introduciendo al público en el mundo de este artista desde el inicio de su vida, ayudada por el fantasma del gran músico de tango, el maestro Juan de Dios Filiberto (quien fue un gran amigo de Benito). Filiberto es el encargado de transportarse al pasado para que los espectadores puedan observar cómo fueron sucediendo algunos de los acontecimientos más relevantes de la vida del pintor.
Con un desfile de personajes arquetípicos del barrio representados por un grupo de actores y actrices que juegan a componer diversos roles (bombero voluntario, prostituta, monja, mujer suspirante, marinero, inmigrantes), así como también encarnan otros personajes como los típicos miembros de la oligarquía porteña, el diputado Alfredo Palacios y hasta personalidades reconocidas de la cultura como la poetisa Alfonsina Storni, con quien se dice que el protagonista tuvo un vínculo amoroso.
Pero sin dudas, entre las mejores actuaciones se destaca la de Roberto Peloni (que compone a un entrañable Benito Quinquela Martín. Peloni actúa, canta y baila con una soltura que denota su experiencia y preparación en el género musical.
La obra cuenta además con excelentes coreografías; música ejecutada en vivo por una maravillosa orquesta que recorre diferentes estilos autóctonos como el tango, la milonga o el chamamé y otros estilos foráneos como canciones con aires de copla y pasodobles españoles, la tarantela italiana y jazz norteamericano.
Con un muy vistoso y colorido vestuario que respeta cada detalle de la época que representa. Y una escenografía imponente, en la que se destaca una réplica del típico puente trasbordador que se encuentra sobre el riachuelo, acompañada por la puesta de luces y hasta imágenes proyectadas con la técnica del mapping que le dan un marco sumamente artístico a la puesta en escena.
Una experiencia prácticamente inmersiva, porque además la sala del Teatro de la Ribera cobra protagonismo, ya que cuenta con murales de Benito Quinquela Martín. Al finalizar la representación, puede decirse que algo del espíritu del pintor queda flotando en el aire.
Ficha:
Dirección de arte Marlene Lievendag
Dirección musical Gustavo Mozzi
Dirección general Lizzie Waisse
Con: Roberto Peloni, Rodrigo Pedreira, Belén Pasqualini, Alejandra Perlusky, Julián Pucheta, Sol Bardi, Francisco Cruzans, Jimena Gómez, Nicolás Repetto, Evelyn Basile, Tatiana Luna, Mariano Magnífico, Federico Strilinsky, Nicolás Tadioli, Florencia Viterbo, Fiona Mastronicola y Matías Prieto Peccia.
Músicos: Cristina Chiappero violonchelo, Eleonora Ferreyra bandoneón, ARO síntesis electrónica, Agustín Lumerman percusión, Manuel Rodríguez clarinete y saxo alto, Máximo Rodríguez bajo, Santiago Torricelli piano
Género: musical
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