Hasta que algún día termina

Virginia llega al hall del edificio donde vive en Mar del Plata, mientras Claudio ya adentro la espera con su mochila en mano decidido a irse. Él le dice que se vuelve a Buenos Aires, ella agraciada por el comentario se ríe. En ese instante comienza una pelea que parece no tener fin y siempre vuelve a comenzar. Una pareja atrapada en la contradicción de una relación que no pueden sostener, pero tampoco abandonar.

Mar del Plata es una obra dramática que apela a las sensaciones, mientras se construye desde lo reconocible, desde la fragilidad de sus problemas en lo cotidiano y en aquello que permanece a pesar del desgaste. Bel Eiff, a cargo de la dramaturgia y la dirección, hilvana con precisión una historia que se sostiene en lo que se dice pero también en lo que no, en esos silencios que se vuelven parte activa del conflicto, y en las mirada que develan sus deseos y contradicciones.

El vínculo entre los intérpretes guía la experiencia con un trabajo sensible y profundo. Se abrazan, se pelean, se besan, se insultan, se besan, y hasta incluso se quiebran frente al otro con una organicidad que duele. Hay una química evidente, sostenida, que vuelve creíble cada curva emocional: las peleas más intensas, los silencios incómodos, y los momentos de ternura que florecen en medio de la tormenta.

La puesta en escena es precisa y contundente. Un hall de edificio en Mar del Plata construido con pocos elementos, lo justo para sugerir de manera estética y espacial, en donde transcurre la historia. El diseño sonoro es fundamental: el ruido del mar abraza la sala, y las canciones del repertorio nacional agregan textura emocional y una capa de sentido que conecta con lo cotidiano y lo reconocible. El vestuario acompaña con coherencia la caracterización y el clima invernal de la ciudad, aportando realismo a la propuesta.

La sala, pequeña y envolvente, le permite al espectador, en la proximidad con el escenario, ser testigo de una historia que está planteada para ser vista y vivida desde adentro.

Por último, destaco que si bien la obra se sostiene sobre un drama permanente, el humor aparece como un respiro necesario. No solo en la irrupción del personaje de Spiderman, que entra en escena como una fuga inesperada y oxigena la tensión instalada, sino también en la forma en que Claudio y Virginia se vinculan. Hay gestos, palabras, miradas que permiten que el público sonría incluso en medio del conflicto.

Mar del Plata es, en esencia, un retrato sensible y honesto de los afectos cuando ya no alcanzan, de las contradicciones del amor, del dolor de las despedidas y de esa ternura que aún subsiste en los vínculos más desgastados. Una obra íntima, humana y profundamente cercana, capaz de exponer el corazón de una relación con una verdad que resuena en la sala mucho después de que la función termina.

Ficha

Intérpretes: Rocío Ambrosoni, Jesús Catalino, Nazareno Gil, Violeta Brener Escenografía y vestuario: Sofía Innocenti

Diseño de iluminación: Jessica Tortul

Realización set electric: Jessica Tortul y Guido Azqueta Mozzi Producción: Brenda Kreizerman

Colaboración musical: Ezequiel Spinelli Fotografía y diseño gráfico: Matheo Hanaman Asistencia de dirección: Ignacio Pozzi Comunicación y prensa: Cecilia Gamboa Texto y dirección: Bel Eiff