Paris Jazz Club – Woody Allen Night

Paris Jazz Club – Woody Allen Night

Medianoche en Paris Jazz Club

No sé si estoy en Nueva Orleans o Nueva York. No sé si anocheció y Buenos Aires se convirtió en Paris. Lo cierto es que, en la ciudad porteña, entre el tintineo de las copas y la conversación suave se asoman los elegantes sonidos de la Paris Jazz Club. Trompeta, clarinete, saxo, violín y cuarteto de jazz integrado por piano, contrabajo, guitarra y batería se apiñan en un escenario pequeño para remarcar visualmente su afiatado sonido. Pero no es solo éste el que nos transporta a las capitales mundiales del jazz, se trata de sus homenajes al único e inigualable Woody Allen.

Sin embargo, no se trata de un homenaje a su figura en sí. De carrera prolífica, con incontables clásicos, celebran estos brillantes intérpretes su gusto musical. Es sabido que no hoy película del neoyorquino que no exhiba standards de jazz de renombre, y su amor por el género y longeva carrera han sido, entre muchas otras cosas, un canto a las big bands, a Dixieland, el gypsy y a todos sus derivados. Sweet Georgia Brown, Moosh, Moonlight Serenade desfilan, entre otros imponderables, con proyecciones de la filmografía de Allen. Como si realmente fuese necesario verlas; basta cerrar los ojos para que las deliciosas ejecuciones de los artistas nos transporten a esa mirada romántica de Woody con su Nueva York, con Paris, con todos los puntos del globo que ese hombre ha grabado en nuestra memoria con su visión tan particular.

Y no conformes con las excelsas piezas instrumentales, Marina Gregoria nos agasaja con su ligera voz alla Ella Fitzgerald, interpretando algunos clásicos también presentes en la trayectoria del director, como Misty y I’ve heard that song before, entre otros.  Todas las facetas del jazz, al servicio de una velada encantadora.

Paris Jazz Club es, sin lugar a dudas, un conjunto único dentro del grandilocuente ambiente de jazz de la noche porteña. Con el eje puesto en el decir, sus interpretaciones resuenan en nuestras memorias como polvos de estrella, como si en Manhattan nos encontráramos, con un dulce y melancólico sonido que agradará hasta al más dormilón de todos los asistentes. Haciendo magia a la luz de la luna, estos muchachos nos demuestran en su ejecución que está la vida y todo lo demás y que, de combinar a Woody Allen y el buen jazz (valgan las redundancias), sí, la cosa funciona.

Categorías: Musicales, Reseñas

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