Los hermanos sean unidos

¿La línea que delimita la sanidad de la locura es tan rígida como la imaginamos o simplemente está colocada de forma arbitraria? ¿Y que se supone que debemos hacer, buscar siempre la sanidad o la locura nos dará más felicidad? La sala del Espacio Callejón es testigo de cómo Gabriel (Germán Montenero) prepara un ‘gran acto final’ en el cual pretende lograr hacerse invisible. Alejandro (Diego Rivas), su hermano, escéptico ante esta idea lo busca para que se vayan a vivir juntos, sobre todo por que vendieron la antigua casa familiar.

La capacidad de mimetizarse con el entorno, posiciones que parecen salidas de una película de Kung fu y la rapidez de los movimientos son algunas de las características que admira Gabriel de la mantis religiosa o mamboretá y a las cuales aspira. Somos testigos de los últimos ajustes para su gran acto final mientras vamos escuchando paso a paso cómo piensa lograr su cometido. En un patio completamente desordenado vamos desenterrando recuerdos a medida que van tomando protagonismo diferentes objetos como revistas, juguetes o escudos de Independiente. Poco a poco conocemos su historia familiar y los secretos van aflorando mientras que comprendemos en profundidad la relación que existe entre ellos dos.

Desde un primer momento podemos notar el gran trabajo de fondo y la pasión por el teatro que profesan cada uno de los participantes. Se transmite desde cada diálogo, desde cada silencio que vamos descifrando. Podemos empatizar con ambos personajes, con sus sólidas motivaciones.

La obra dirigida por Diego Croci aborda un tema como el amor fraternal de forma muy conmovedora y divertida. Un buen plan para ir solo o acompañado.

Ficha:

Actúan: Diego Rivas y Germán Montenero

Dirección: Diego Croci