El papel más codiciado.

Ana Padilla protagoniza este unipersonal sobre la vida de una mujer llamada Nina a quien apodan «la gaviota», en el cual ella rememora sus años de juventud cuando era actriz y la amante de un reconocido escritor. Todo ello lo narrará mientras realiza su trabajo en el guardarropas de un teatro en la noche en la que se representa la obra Tres hermanas de Antón Chejov.

 

Patricia Suárez escribe el presente del más célebre personaje de Chejov, muchos años después dónde Nina ya no es la misma que la que él perpetró alguna vez en su famosa pieza teatral. Y si bien ésta no es una obra del escritor ruso, el texto conserva su particular estilo dónde a través del formato del monólogo se conocerá la historia de vida de la protagonista: una mujer sola y ya no tan joven que lucha contra sus propios fantasmas y se niega a abandonar sus sueños, una mujer que en su momento lo arriesgó todo por su pasión y hoy lo más emocionante que puede hacer es revisar los bolsillos ajenos en busca de mensajes y cartas de amor.

 

Nina en un diálogo con los abrigos del guardarropas, cuál público en una obra, cuenta sus recuerdos, sus pasiones y su desdichado presente lejos de las tablas. Diálogo que durará hasta que finalice la pieza que se interpreta en aquel teatro esa noche, es decir, la acción central se desarrolla en una misma unidad de tiempo y espacio. Donde la música incidental se encarga de acentuar los momentos de mayor dramatismo del relato de la protagonista. Igualmente, el juego de luces que es sutil y se mantiene casi parejo y constante durante las escenas, haciendo esto que todo realce el trabajo actoral. Destacándose aquí la gran interpretación de Padilla quien aporta a cada escena lo necesario para hacerla conmovedora.

 

Vale destacar, a su vez, la elección del espacio (la pequeña sala de Hasta Trilce) que aporta un toque intimista que enriquece sobremanera la puesta: con los espectadores rodeando e integrando el espacio escénico, siendo prácticamente parte del mundo de Nina. Asimismo, el vestuario como único elemento temporal que trasporta a la audiencia hacia la época de gloria del teatro ruso y que narra junto con la protagonista su historia personal.

 

Definitivamente, Nina es un puesta delicada, emotiva y simple, una suerte de homenaje al teatro clásico así como también una reflexión sobre las vuelcos de la vida y la lucha por los sueños. Para disfrutar de una acertada dirección de Jorge Diez y la excelente labor en escena de Ana Padilla.

 

Ficha:

Con Ana Padilla

Dirección Jorge Diez