Había una vez un él que se fue, y una ella que decidió esperarlo

A medida que la gente ingresa a la sala, se vuelve cada vez más pequeña, descubriéndose dentro de un costurero donde danzan cinco pulgarcitas al compás de los instrumentos de viento manipulados en escena por las músicas ubicadas detrás de un hermoso telar.

La escenografía impacta a primera vista: Enormes agujas de tejer y lana, lana por todos lados.

Una obra que habla sobre el tiempo, sobre el acto de esperar. ¿Cuántas horas, cuántos días, cuántos meses, o años, estamos dispuestos a entregar a otra persona que prometió volver? Ese tiempo que solo va hacia delante, que se emprende en un viaje como una botella con un mensaje en el mar, y que si vuelve, es solo para recordarnos que estamos esperando.

Nuestros cuerpos son nuestros referentes del paso del tiempo. Si no envejeciéramos, no seríamos conscientes de que somos finitos. De que en algún momento llegaremos a nuestra fecha de expiración. Si fuéramos siempre jóvenes, quizá no le daríamos valor alguno a nuestro tesoro más preciado.

Una directora que sin dudas absorbió muchas obras de teatro, muchas novelas de amor, muchas películas de princesas, y que seguramente sintió alguna vez, como muchas personas, que las historias románticas tenían una única manera de ser, y en esta pieza nos cuenta sobre una mujer que se quedó sin su “había una vez….”, sin su “…felices para siempre”.

Recalcamos nuevamente la bella y original puesta, decisión muy acertada por parte de la directora Florencia Piturro y Emilia Ortiz Ferrari.

Una obra que no se queda quieta, un aluvión de metáforas y algunos recursos que marcan la diferencia, como la incorporación de una escena al mejor estilo del teatro negro.

Un escenario cargado de femineidad. Las actrices trabajan de manera muy pareja, pero cabe destacar la labor de Belén Spenser, quien nos regala un grato momento con su armoniosa voz. La música y los efectos de sonido también operados por mujeres, nos terminan de adentrar en esta dulce historia.

Con textos de William Shakespeare, Federico García Lorca, Ánton Chéjov, Calderón de la Barca y de la autora y directora, quien se tomó el trabajo de unir los puntos del tejido, para dar vida al guión de “Naufragio”.

Los asistentes se toman un momento para levantarse de sus asientos, reflexivos, tal vez más conscientes del reloj de arena que llevamos dentro.

Ficha:

Actúan:

Magen Friedman

Belén Spenser

Ayelén Selleng

Ángela Chuffo

Viviana Resnik

Composicion musical / Violín / Percusión: Mailen Ubiedo Myscow

Violín / Percusión: Melina Andrade

VIoloncello / Percusión: Melina Andrade

Coordinador Bioenergético: Juan Manuel Grilli

Dramaturgia / Dirección: Flor Piturro